Falta menos de cincuenta días para las elecciones municipales y regionales y el desánimo cunde, la anomia se ha instalado cada vez más en el comportamiento popular. Nadie quiere saber, menos participar, de las elecciones del 7 de octubre. 54% en promedio nacional, no se ha enterado, no ha decidido o simplemente viciará su voto se interpreta de una última encuesta nacional sobre el caso.
Los CNM audios y en general los últimos episodios de la corrupción reciente en el país ha confirmado esta parsimonia ciudadana, sólo que ahora lo ha hecho ad portas de un proceso electoral que será clave para medir cuánto pesa y ha penetrado la indiferencia, el asco y el rechazo en la política en general.
Si la abstención supera los niveles exagerados del 70% promedio podría anularse en todos los ámbitos y se tendría que programar nuevas elecciones, ahora, sabiendo que participarán nuevamente los mismos ¿Qué diferencia notable habría?, seguramente ninguna. Los mismos que ahora se rasgan las vestiduras y hablan en contra de la corrupción y claro nadie les cree, repetirían el plato en un nuevo proceso electoral, así, la abstención no tendría mayor castigo sino sólo sería una mueca ciudadana.
Si una doble elección, tras una posible anulación pasara al otro año, cosa muy probable de darse una abstención masiva, los actuales alcaldes y gobernadores regionales tendrían que permanecer en el cargo para no generar un vacío temerario. Así no se logre este objetivo, la abstención va ser el referente este 7 de octubre y es, realmente una pena. Porque la abstención va favorecer a los facinerosos a los reconocidos claramente como corruptos, además porque seguramente estuvieron en la gestión pública y probaron la miel de ser comechados.
Estos candidatos tienen generado un clientelaje o su “experiencia” es valorada por encima de su vinculación con la corrupción, porque, valgan verdades, hay un sector que vota por el impresentable porque le reconoció algún hecho a pesar que se trague el sapo de la corrupción. Y esa pequeña porción se requiere para ganar las elecciones, así no se legitime y de arranque sea vapuleado. No es un sector mayoritario pero a veces militante y define elecciones por encima de la abstención mayoritaria.