Por: Gerald Rodríguez. N
“La existencia humana es pura existencia condicionada”. Recuerdo siempre esta frase de Hannah Arendt, y hasta a veces me pregunto si es que la condición humana, la cual estamos viviendo a través de la crisis política de nuestro país, en medio de audios, vacancias, grabaciones que para algunos son ilegales, en otros casos son mixtura entre un hecho de corazón valiente y un acto de patriotismo (eso es lo que la bancada fujimorista nunca entenderá), que hasta termino por preguntarme, ¿el hombre se está convirtiendo en un problema para sí mismo?
La perplejidad de la esencia del poder está haciendo mucho daño a todos los peruanos, y no es posible que una vez más estemos en nuestro asiento de espectador viendo como nuestro país sigue mostrando lo peor de su clase política, que de eso ya lo intuíamos, sino que hasta gente vinculada a esta mafia estén siendo ahora considerado, con grado de alta moral, según Vizcarra, para llevar a cabo una reforma que de alguna manera terminará beneficiando a los implicados de esta maraña de corrupción, y una vez más el pueblo será mentido, a ocultas o a sabiendas, nos acostumbraremos a esa mentira porque que hasta para eso estamos bien hechos. ¿Cuántas marchas de los cuatro suyos más necesitaremos para que cambie este sistema que con cada nuevos “audios” se desploma, sabiendo que los implicados con iniciales “K” o “AG” están moviendo sus fichas para lograr la impunidad? Nuestros modos de cognición humana están siendo empañados para que una insurgencia no aparezca en medio de esta crisis, pero las condiciones para que no solo una marcha, sino para echar del poder a la gente que están haciendo daño a la práctica política, desde ahora mismo, en este camino sin horizonte, ya son condiciones demasiado notorias.
Y ante todo esto, ¿Quiénes somos para habernos acostumbrado a existir entre tanta podredumbre y no hacer nada para salir de este estiércol, o por lo menos cambiar el rumbo de las cosas? Lo máximo a que podemos llegar es al afirmar que estamos viviendo una crisis, ¿y de ahí? ¿acaso no tenemos otra tarea mayor que es tomar acción lo más pronto, rechazar y repudiar a este sistema, que quedarnos frente al televisor, o con el periódico en la mano, para afirmar que todo en el país está mal, como un consuelo para celebrar la mediocridad de la no acción? ¿A dónde pertenecemos?, ¿a esta mundana mortalidad política, o a ese más allá a lo que aparentemos ser, simples criaturas sujetas a la tierra? Nuestra existencia no puede estar ajena de los asuntos públicos-políticos, sino que esta es parte de la esencia de nuestra existencia y de nuestra naturaleza humana, por no decir condición, que por hoy hasta eso hemos estando perdiendo por dejarnos someter a los caprichos de un sistema que entretiene en lo absurdo a las masas para que no salgan a las calles para quemar el Poder Judicial, a tomar Palacio de Gobierno y mandar a Vizcarra a su casa, o simplemente no vayas al Congreso a sacar a toda esa gente que nunca hubieras querido elegir como los padres de tu patria, si tu educación hubiera sido de calidad y de prestigio, otorgado por el Gobierno, por el Gobierno que nunca existió por nuestra culpa.