Faltando escasos segundos para el anuncio de los resultados de la votación electoral, la candidata Alicia Villón fue desembarcada de la contienda. En apariencia el motivo de su salida fue que había declarado, groseramente, que quería hacer del Congreso un burdel decente. El Jurado Nacional de Elecciones decretó que no se podía aceptar que alguien ofendiera de esa manera al sacrosanto poder legislativo. De manera que la candidata tenía que irse con sus comparaciones a otra parte. La expectorada denunció que el organismo electoral le sacó de la contienda porque desde los 16 años se dedicaba a la prostitución y que esa condición ofendía la sensibilidad de los señores miembros de dicha entidad de las ánforas electorales. El vocero del jurado declaró que los integrantes de esa institución nada tenían en contra del ejercicio de dicha profesión.
Todo hubiera quedado allí, con cada quien en su puesto y lugar, pero sucedió que Alicia Villón salió elegida con una alta votación. El Jurado Nacional de Elecciones no quiso cambiar su veredicto alegando de hecho y de derecho que la elección de una mujer que se dedicaba a satisfacer los bajos instintos de jóvenes y adultos no podía representar a un poder del Estado. Por otra parte, estaba en juego lo moral y las buenas costumbres de toda la nación. De manera que la citada no podía desempeñarse como parlamentaria debido a que pertenecía al gremio de las fojorojas. La arbitraria medida desató las protestas a todo nivel y ella se vio precisada a acudir al tribunal de La Haya para solicitar que le concedieran su escaño.
Los graves miembros del tribunal sesionaron varias veces para ver el espinoso y complicado caso. Y luego de sesudas discusiones, de elocuentes debates legales, de groseros enfrentamientos verbales, de mutuas amenazas y de peleas cuerpo a cuerpo, dicho colectivo determinó que Alicia Villón no podía desempeñarse como congresista, porque entonces dejaría de ejercer la prostitución, dejando en el aire a sus viejos y nuevos clientes.