Da un poco de risa escuchar la prédica liberal (en el sentido económico) que lo público para ellos está satanizado. No hay nada peor que el Estado como gestor de un servicio público determinado, bueno nuestro Nobel de Literatura lo repite como un mantra pero mirando lo ocurre el mantra se vuelve vacuo, sin sentido. Así se llenan de argumentos endebles. Me explico, la risa que provoca es que la empresa privada, que ellos y ellas tanto bendicen, invierte en áreas o espacio en que el Estado es un buen gestor ¿por qué no lo hace en otros servicios?, ¿Si un servicio está funcionando por qué privatizarlo? ¿Es eso una posición ideológica antes que una decisión práctica? Al menos lo que ha ocurrido en España es que los servicios públicos como la salud o la educación en la avanzadilla liberal han ido cediendo a gestores privados, pero no al cualquier empresa privada sino solo a sus amigos, amén de la corrupción existente de por medio. Por eso se habla de una democracia de baja intensidad aquí en esta parte de la península ibérica donde los controles institucionales se han quedado cruzados de brazos y de piernas también. Por ejemplo, hace poco se privatizó el servicio de lavandería de un hospital. Lo que decidió la empresa a los pocos días de tomar el mando fue el despido de trabajadores, dirán los costes son los costes. No les tembló la mano al momento de tomar esa decisión. También hay que decirlo que el servicio que brinda la empresa privada es deficiente. Las sábanas, pijamas y demás vituallas que se lavan son de baja calidad y han sido rechazados por el personal de los hospitales. Se sacrifica la atención a los pacientes a favor de la empresa privada, es decir, los costes. ¿Así estamos fortaleciendo la ciudadanía? Pero la misma situación lo podemos ver en el servicio de limpieza del Ayuntamiento de Madrid. El servicio en manos privados muestra una ciudad con serio déficit en este ámbito. A los talibanes de la privatización hay que señalarles que el mercado no lo cura todo.