El pelotero Jeferson Farfán dio un baile extremado. No a la defensa adversaria ni al hijo del vecino, sino que ejecuto un baile fenomenal en homenaje simplemente a la juerga. Era vísperas del partido decisivo contra el aguerrido equipo de Paraguay y el futbolista, cansado de entrenamientos, de concentraciones, de las horas rígidas, quiso distraerse e hizo su parranda. A la misma acudieron invitados de todas partes, especialmente del mundo del espectáculo. Además, aparecieron algunos peloteros con sus acompañantes y sus botellas de rigor. Era una de los tantos vacilones que se hacían en el mundo de la pelota, pero esta vez iba a ser diferente.
La fiesta acabó por convertirse en un acontecimiento inusitado, donde el fin no tenía cabida. Motivo por el cual el pelotero y los otros faltaron a los entrenamientos de esos días. Pese a que todo el mundo protestó por esas faltas, no pasó nada, porque el entrenador Ricardo Gareca no se metía en la vida privada de los seleccionados. El respetaba las decisiones de cada uno y no podía hacer nada para obligarles a entrenar. Así fue como Farfán se perdió el partido contra los paraguayos. La fiesta siguió luego de ese encuentro y el pelotero no quiso volver después a la selección. El ritmo y el vacilón le parecían más rentables que eso de darle a la pelota durante 90 minutos.
La fiesta fue el final de la vida de pelotero de Farfán y el inicio de una carrera que tenía más que ver con la farándula, el enamoramiento irresponsable y otras manifestaciones de ese sórdido mundo. Farfán nunca más volvió a ser el mismo al optar por la pachanga y el vacilón. Ahora que ha pasado el tiempo y que no iremos al mundial de Rusia ni como invitados, el citado se gana la vida bailando en las plazas, en los microbuses y en las reuniones sociales.