Es desconocido el paradero del escurridizo ciudadano Daniel Puma Sáenz. En el presente, luego de que se silenciaria el bullicio por la fiesta de San Juan, se ha convertido en el sujeto más buscado de la región. El mismo era dueño del negocio conocido como Comercial Limo que un buen día puso en oferta la surtida canasta sanjuanina. Era una canasta con su robusta gallina, sus kilos de arroz, sus huevos locales, sus aceitunas importadas y su porongo de chicha. Era de todas maneras una incitante campaña que agarró de las solapas a tantas personas ilusionadas en pasar una buena y movida fiesta patronal.
La modalidad de pago era poco a poco, día a día, hasta completar determinada suma. Todo iba bien y unas 1000 personas se matricularon para disfrutar luego de una desbordante comilona. Pero faltando pocos días para la celebración central del santo patrono de la Amazonía la tienda de marras amaneció cerrada. Con férreo candado. El promotor de la suculenta canasta se hizo humo. Es decir, sin respetar lo religioso de esa fiesta, sin considerar las costumbres sagradas de comer el juane y beber la chicha, el citado cargó con todo el dinero acumulado hasta ese momento. De las canastas prometidas no quedó ni una triste pluma.
Lo peor de todo es que nadie hasta ahora ha resarcido a las personas afectadas. Nadie ha prometido darles las canastas por las que pagaron, nadie juró devolverles el dinero invertido en vano, nadie concede noticias sobre el actual paradero del estafador que se aprovechó del desatado espíritu festejante de las gentes de estos lares y pesares. Y es más, nadie les ha invitado un juane ni les ha convidado la sabrosa chicha. Es decir, unas 1000 personas se quedaron sin nada en la pasada fiesta patronal y nadie podrá ni siquiera consolarlos.