La decisión del gobierno de tratarse de despercudirse de su mala imagen a raíz de las últimas encuestas es una decisión atolondrada. No hay relación posible en crecer en respaldo popular tratando de atacar el Congreso y pensar que eso los hará subir algunos puntos en las encuestas. Y menos aún pensar que la gente va ver con buenos ojos un posible cierre del Congreso. A pesar que una mayoría puede pensar que es un organismo inoperante y mediocre, no hay un contexto de violencia o caos económico que lo justifique.
Parece que esta decisión en realidad es un acto desesperado. Mejor ubicada está la estrategia de Nadine Heredia de salir con polleras cajamarquinas, puneñas, cuzqueñas, amazónicas, con el objetivo de hacer olvidar esos aires de frivolidad con la que se le ha encasillado. Algo que sería terrible para su futuro político pero que ella misma se la ha buscado y, peor aún, promovido como un acto de derecho de una familia de clase media que aspira a tener otras ínfulas si llega a la presidencia. Es un pensamiento legítimo ya tal vez sano, pero no político, al menos no en alguien que quiere hacer de eso una carrera.
La que no ha dado la talla en el Congreso es sin duda Ana María Solorzano. Se le ha notado muy obediente a palacio, genuflexa al poder y poco dialogante con las otras bancadas. Obedecer sin ningún tipo de observaciones le va pesar muy caro porque se ha llevado de encuentro el contrapeso natural de la institución que dirige que, aunque todos sabemos que hay una correlación entre bancada oficialista y gobierno, debió primar un mayor equilibrio ante la opinión pública y esta idea jamás se le pasó por la cabeza a la arequipeña.
Es más, no tienen ninguna posibilidad de ser electa en una posible reelección congresal y hasta en una futura plancha limeña que encabezaría Nadine sería un demérito, pero claro, despercudirse de ella en estos instantes no es evaluable. A pesar que existe un irreconciliable nexo actual entre los sectores de izquierda con el nacionalismo, volver a estos orígenes, aunque sea en el discurso, le sería más efectivo. Poco creíble y hasta sonaría a burla, pero ese cuento podría ser tragado con mayor facilidad que esta posible alianza que suena PPK.
Aunque claro a estas alturas quien asegure mayor cantidad de curules en el próximo parlamento será el primer objetivo sino quieren desaparecer del escenario político o terminar como el amiguísimo Martín Belaunde. No están para imponer sino para aceptar cualquier transacción política de cara a la elección en unos meses del próximo gobierno.
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