Entre los seres imaginarios que pueblan la floresta apareció una nueva figura. Se trata de un fantasma con faldas. Ella responde al aparente nombre de María Paima Arimuya y en el papel es supuesta profesora de la Escuela Inicial 326 del caserío San José de Lupuna. Pero hasta el sol, la luna y las estrellas de hoy nunca ha asistido a clases. Ni siquiera se asomó a llamar lista o a disimular que está dictando clases. Su pupitre ha permanecido vacío durante estos meses y recién los pobladores de ese lugar han venido a la ciudad a poner en conocimiento de las autoridades, a reclamar por la presencia del relevo de ese ser invisible.
Amenizados por varias orquestas típicas, las sorprendidas autoridades del sector educativo decidieron realizar las investigaciones del caso para dar con el paradero de esa esquiva maestra. Pero por más papeles que revisaron, por más consultas que hicieron, por más pesquisas que ejecutaron, no pudieron dar con ella. La mujer parecía haber desaparecido de circulación sin dejar ninguna huella. La única manera de hacerle el alto era el momento en que cobraba su sueldo como si fuera una laboriosa profesora. De modo que los sabuesos educacionales le hicieron la guardia día y noche, pero ella nunca apareció. Ello fue la prueba definitiva que no se trataba de un ser humano sino de un verdadero fantasma con faldas.
La noticia del descubrimiento de un nuevo ser del imaginario, que no dictaba clases donde fue designada, alborotó los medios intelectuales de la región Loreto. Poco tiempo después aparecieron los primeros cuentos y relatos que hacían honra de ese novísimo fantasma en pleno siglo XXI. Esas obras, debidamente codificadas por expertos en el negocio de los salones escolares, pasaron directamente a las aulas como una contribución al eterno último lugar en comprensión de lectura.