En un lugar de la periferia de Iquitos, en la calle 30 de Agosto de Moronacocha, la invicta policía levantó una caseta de vigilancia. Era el momento de luchar contra la delincuencia gracias a la presencia de bravos efectivos uniformados que acabarían con la vigencia de la abundante chorería. Pero sucedió que los asaltos, hurtos, escapes, monras y otras formas delincuenciales aumentó en ese lugar. Después de investigar sobre tan extraño fenómeno, este columnista arribó a la conclusión de que los custodios del orden usan esa caseta para dormir.

En los brazos del regalado y reconfortante sueño se pierden esos uniformados y entre suspiros o ronquidos no tienen tiempo ni ánimo para impedir los robos o para perseguir a los asaltantes de esa zona. Quien quiera que sea, en el turno que sea, el policía solo quiere descansar. Poco falta para que lleven sus camas, sus frazadas y otros implementos que ayudan al sueño para que la cosa se complete.  Nadie hasta ahora ha podido hacer algo estando dormido y los vecinos de ese lugar pagan las consecuencias. Esos vecinos,  con toda razón, protestan contra esa concha o esa pereza de los custodios del orden que hacen su supuesto servicio en esa caseta.

Todo el mundo sabe que dormir es importante para recobrar energías y para seguir en la brega de los días. Pero dormir en horas de trabajo, dormir en vez de realizar la labor, es un atentado contra la seguridad ciudadana, y debería ser un  delito sancionado sin más. La caseta de vigilancia de la calle 30 de Agosto es, pues, una cama extendida donde los custodios se van a dormir plácidamente,  olvidando sus funciones y permitiendo que la inseguridad ciudadana haga su racha. Sería conveniente que las autoridades correspondientes solucionen ese inconveniente despidiendo a los soñadores y poniendo custodios despiertos y listos a combatir a los cacos.