Desde hace mucho tiempo en la primera cuadra de la calle Nauta los artesanos se han apropiado de la pista colindante a la estructura del antiguo Colegio San Agustín de Iquitos, donde funcionaba el Seminario Diocesano desde fines de los 80 hasta los primeros años del segundo milenio, considerada patrimonio de la nación.
Siempre se han visto los riesgos que esto suponía, los cables eléctricos colgando como telarañas, la estructura de los puestos hechos de triplay y techos de irapay. Sin embargo las veces que hemos solicitado a la autoridad municipal tener en cuenta estos riesgos y reubicar a los vendedores no hemos tenido ningún tipo de respuesta.
Sean cuales sean los motivos por los que se les ha mantenido en ese lugar, creemos que es hora de tomar cartas en el asunto. Iquitos, como ciudad, poco tiene que ofrecer al turista. Más vienen por las bondades y belleza de la Amazonía.
El rescate y el respeto por la estructura de ciertos edificios se consiguió por gente que vio que había que tener en cuenta la visibilidad de nuestra historia para que la memoria tuviera de qué sentirse orgullosa. Pero parece que a pocos le importa, se hacen mil campañas para cuestiones más superfluas que para rescatar la historia y crear así identidad.
La frase: “Un pueblo que olvida su historia es un pueblo sin futuro, ya que está condenado sin remisión a repetirla” nos tiene que ayudar a descubrir la importancia de tener en nuestra memoria aquello que nos da identidad, y que en base a esa identidad hemos ido mejorando lo que teníamos. Todos los países democráticos tratan de formar a los ciudadanos mediante la enseñanza de la historia, para que participen en la toma de decisiones sobre la base de un conocimiento serio de su realidad y no a partir de prejuicios y pasiones.
¿Cómo conseguir mejorar lo que tenemos? Simplemente, siendo serios con lo que hacemos. Las autoridades deberían preocuparse por cumplir bien sus deberes y los ciudadanos ayudando a cumplirse esos deberes.
Situaciones como las del incendio del día lunes sólo nos recuerdan que muchas veces jugamos el rol del improvisado, y justificamos la improvisación. Creo que estos tiempos ya no son para eso… Iquitos se merece un lugar digno para vivir y para recordar su historia, para sentirse orgulloso de lo que fue y de lo que puede ser.
Antonio Lozán Pun Lay, OSA
Superior Regional de los Agustinos del Vicariato de Iquitos.