Podría ser la excusa para que nuevamente los provincianos puedan o sigan mandando en la agenda del Congreso de la República si es que se elige como presidenta del parlamento a la arequipeña Ana María Solórzano para el periodo 2014 – 2015. Aunque claro, Marisol Espinoza también es provinciana y mujer (¿debería pesar el argumento de género?), dirán algunos.

Los pretextos son varios y uno de ellos que le falta peso político y experiencia y en todo caso carencia de diálogo. Eso se traduce en los congresistas que hacen la finta con esto de la experiencia, en realidad, en concesiones y promesas a nivel del ejecutivo en cuanto a obras e inauguraciones en sus respectivas regiones o en el mejor de los casos en el manejo de algunas comisiones donde pueden sacar más rédito político o mediático.

Ambas candidatas asumen que este año podría ser clave en la consecución de algunas reformas que quedan pendientes que podrían asegurar un despegue en las aprobaciones del ejecutivo. Porque valgan verdades, habido algunas que se han llevado a cabo con cierto éxito y que mezquinamente no se han querido reconocer como es el tema de La Ley Servir, la ley universitaria y antes la Reforma magisterial.

El gobierno sabe que alguien de confianza tiene que estar en la presidencia para impulsar algunas reformas pendientes y esa puede ser Solórzano que ha mostrado fidelidad a prueba de balas. Incluso, contrariamente a lo que pueda ganar popularmente en su región. Además es en el sur donde el gobierno ha ido perdiendo buena sintonía y los temas del gasoducto y otros proyectos que requieren de empuje en legislatura podrían ser convenientes para el gobierno.

Además podría ganar, en el fragor del debate y el manejo de la presidencia, una aliada pétrea que, seguramente tendrá una prueba de rigor para convertirse en un peso pesado en la futura lista que intentará renovar el nacionalismo.

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