La mutación de los políticos y políticas no es sólo peruana, no es de países como nosotros que nos miran casi siempre de soslayo y con la nariz para arriba – algunos piensan que somos los de las propuestas exóticas. Ese fenómeno de contorsión camaleónica de la política extiende también a estas orillas y de qué manera. Una de esas transformaciones es lo que ocurre en Cataluña. Es esperpéntico. La derecha catalana muy segura de sí misma ha llevado a la ciudadanía a tres elecciones seguidas y no ha logrado la mayoría que deseaba para iniciar lo que llaman “proceso independentista”, es estricta legalidad se llamaría “proceso secesionista”, pero aquí son muy indulgentes con el uso de la palabra. Que la palabra esté solamente en manos de periodistas al dictado de los poderosos conllevan estas distorsiones lingüísticas. Las últimas elecciones en la autonomía de Cataluña ha deparado un escenario muy difícil para los planes de un frente catalán que más parecía un batiburrillo político: estaban en la misma cama los de derechas e izquierdas en sana convivencia. Lo más increíble es que la izquierda catalana avale a un partido donde la estulticia y la corrupción son estructurales en su organización. En este escenario, el frente de la macedonia catalana dependían de los votos de un movimiento de anticapitalista (daba pudor y vergüenza ver a una de sus representantes con una camiseta con el logo del EZLN votando a la derecha sin vergüenza, dios nos coja confesados). Han esperado cerca de tres meses para que finalmente el partido anticapitalista con la mano doblada y la cerviz inclinada, y muy alegres, se hayan plegado a la derecha catalana votando para elegir al presidente de esa comunidad autónoma. Esto da para una novela de realismo mágico en Cataluña. Las urnas decían otra cosa pero ¿por qué en un proceso tan variopinto no repitieron las elecciones?, ¿por qué no negociaron un referendo con todas las garantías legales y constitucionales sobre su pertenencia al Estado español?, ¿acaso son esos demócratas que tienen miedo a las elecciones? Seguimos en la confusión.