Escribe: Jorge Martín Carrillo Rojas.

La colocación de letras monumentales que identifican a una ciudad, muy puesta de moda en los últimos años en nuestro país y de la que los iquiteños no gozábamos -más allá del que promociona el río Amazonas, en el bulevar- ya lo tenemos con nosotros y está ubicado en la plaza de Armas, en el sector de la calle Arica.

La colocación de las letras monumentales ha generado, y es entendible, cuestionamientos debido a que la empresa responsable de esta obra, con autorización municipal de Maynas y la Dirección Desconcentrada de Cultura de Loreto, ha puesto su denominación en la base que sostiene la palabra: Iquitos.

En una actividad cultural organizada por Tierra Nueva, se desató un sano debate sobre si en la estructura de las letras monumentales debería ir el nombre de la empresa patrocinadora. A lo que las cinco personas que tratábamos el tema, sostuvimos que no estaba mal.

Ante las ganas con que quedaron algunos empresarios, de haber sido ellos los que impulsaran las letras monumentales, vale preguntarse: ¿acaso los empresarios no podrían colaborar con la ciudad en otra forma?

Haciendo un rápido recorrido por la ciudad vemos que, por ejemplo, varias infraestructuras monumentales quedaron afectadas por incendios o por irresponsabilidad de sus propietarios o quienes están al cuidado de las mismas.

Uno de los más recientes recuerdos de incendios que han afectado inmuebles considerados Patrimonio de la Nación, fue el del 11 de enero de 2016. Que terminó por afectar la Casa Stransberguer, en el malecón Tarapacá.

A meses de cumplirse cuatro años del incendio que afectó uno de los inmuebles históricos con que cuenta Iquitos, esta continúa olvidada por quienes son los responsables de su administración: la Región Militar del Oriente, ente militar que se podría entender no cuenta con los recursos necesarios para rehabilitar dicho lugar, pero sí -por lo menos- podrían gestionar que alguna empresa privada se alíe y se recupere dicho Patrimonio de la Nación.

Desde el devastador incendio, a iniciativa del amigo Salvador Lavado, vinculado a medios de comunicación y algunos aliados a él, se logró limpiar algo en el interior de dicho inmueble, luego de ello, nada.

Ante este panorama, no está demás, que por ejemplo, aquellos empresarios que se han quedado con las ganas de ser ellos los que colocaran las letras monumentales, de pronto se animen a refaccionar este inmueble siniestrado.

Podrían además contribuir con la limpieza de la ciudad instalando tachos en algunas vías y que algunos pobladores cochinos se eviten arrojar sus desperdicios a la vía pública.

Sin duda hay diversas formas, en que los buenos empresarios, pueden colaborar con mejorar la imagen de la ciudad. Si, por ejemplo, las tiendas comerciales no colocaran parlantes para el bullicio, ya estaríamos aportando. O, por ejemplo, si los pobladores no ensuciáramos la ciudad, sería mejor.

Porque de nada sirve empezar a tomarse fotos en las novedosas letras monumentales: Iquitos, cuando a pocos metros la basura está regada en plena plaza, los conductores invaden el crucero peatonal, no respetan los semáforos y hacemos lo que nos da la gana. Como para decir: por fuera flores y por dentro temblores, con una ciudad jodida en sus problemas.

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