COLUMNA: PIEDRA DE SOL

                                                                                       

   Por: Gerald  Rodríguez. N

 

En referencia a la novela de Nikolái Gógol, una novelita muy fresca y moderna como es  Las almas muertas, no cabe duda que con tantas cosas que se está viviendo en los abismos de esta sociedad donde todo puede suceder, y el silencio social de los que conformamos esta sociedad, simplemente es un himno que solo se escucha en las calles, bajito nomás, de lo que debería ser, el peruano, el loretano, está siempre callado, amodorrado, como un completo observador de lo que se está haciendo de este país y en esta región, un Comala, un pueblo donde todos andamos muertos, comprados o sirviendo al silencio de no objetar el verdadero cambio, volviendo a escuchar las mismas promesas electoreras de siempre, a las que nos gusta escuchar para regresarnos un poquito de esperanza.  

¿Quién nos dará verdaderamente el cambio, quien realmente nos devolverá la tranquilidad, la justicia, la transparencia para gobernar, quien nos enseñará a caminar derecho si ya todo se ha consumado hasta los niveles más bajo que la corrupción nos puede llevar? ¿Dónde anda la capacidad del Gobernador y sus promesas muertas, su gestión silenciosa, sino huyendo de su responsabilidad gestora, si solo cree que el canon petrolero nos puede levantar del desarrollo cuando este no define nada una gestión, una capacidad reformista, un verdadero cambio? La capacidad no existe, solo el interés de reparar de alguna u otra forma lo que se ha gastado en la campaña, intentando quedar bien con los que han invertido, y el loretano, el que asumió un paro de 48 horas, sin causa de análisis, como un alma muerta, persiguiendo un triunfo que ahora no dice nada de lo que puede ser diferente más adelante. ¿Desde cuándo hemos aprendido a no elegir, a creer en las mentiras de alguien que dijo mucho y ahora hace poco por la región, si solo se esperanza en una pequeñez, que no definirá un verdadero cambio? La Región San Martin no tiene canon minero ni petrolero, pero la cultura, su sociedad, su visión y su desarrollo no peca de ingenuo, sus avances educativos no son estadísticas fantasmas, y sin embargo con la ausencia de lo que tanto se exige en Loreto, esta región aprendió a salir adelante. ¿Acaso eso no se le llama capacidad de gestión?, sin embargo nuestra Comala selvática, nuestras almas muertas nacionales, creen que el petróleo es la varita mágica que nos dará el cambio, por lo que seguirán esperando y persistiendo en lo mismo, pasando los años sin hacer absolutamente nada, sin atender al pueblo que le ha elegido para que gobierne y gestione desarrollo, y el  gobernador, tirado en su hamaca veranera, a esperar que Petroperú entre y nos pueda llegar el cambio.

Aunque en Las almas muertas, como en Pedro Paramo, las almas que conforma los pueblos,  están muertos, y observan lo que sucede, mas sin poder hacer nada porque han perdido todo el poder para decir algo, para hacer las cosas diferente, nuestro gobernador también es un alma muerta que está haciendo de Loreto el Comala del Perú o uno más de esos pueblos rusos que Gógol describe en su prosa poética, que sin vivir de en nuestro tiempo y en nuestra ciudad, no hubieran dudado, tanto Gógol como Rulfo, en escribir cien veces más las mismas historias que nos han inmortalizado, a los que nos sabemos decir nada más, como un alma muerta.