La brillante selección peruana perdió cien a cero  frente a la pobre y mediocre Bolivia. El resultado fue una verdadera catástrofe e hizo que muchos se suicidaran en sus propias casas, mientras veían el partido que se jugó en el estadio Max Agustín.  El árbitro, como era natural, acabó torturado por los peloteros peruanos quienes le acusaron de traidor porque, según la versión  nuestra, cobró  más  de 20 penales que eran propios de su invención.  Por su parte, la prensa no salió al mercado debido a que estaba de luto. En otros lugares se supo que hinchas acérrimos de la blanquiroja se mataron tomando cianuro.

El goleador del partido, el peruano tal fulano, nacionalizado boliviano, metió una cantidad de goles que hasta ahora no se pueden contar. Eso quiere decir que hasta metió gol por detrás del arco. Otro gol que llamó la atención fue cuando hizo llegar la pelota hasta el sol y el sol le ayudó a inflar las dianas. De acuerdo a los expertos ese jugador supera en grado sumo a los Messi, Ronaldo y otros goleadores de ingrata recordación. Se espera que en muchos milenios no salga otra goleador de esa talla. De todas maneras es peruano, aunque se ubique en contra nuestra.

Todo el mundo sabe que los peruanos no se dejan ganar. Por eso están entrenando día y noche con las estrellas que juegan en Europa y que esperan rendir lo máximo sin caer en la mediocridad de los guerreros, lobatón, vargas, pizarros y otros peloteros que al final no han podido llevarnos al mundial de la pelota. Se espera que dentro de muchos siglos y siglos y siglos, esos jugadores hagan algo digno de la estirpe incaica, de la esa raza indómita que venció a los cerros y las nieves y las montañas.