Fernando Ronald Paisig Vela

Los países que han logrado contener el COVID-19 tienen en común un Estado fuerte, un sistema de salud pública eficiente, un sistema de investigación científica público-privado de clase mundial y una población educada que respeta y sigue las orientaciones del Estado.

Primero por el Asia, y luego por todo el mundo.  En estos momentos afecta a 194 países, que suman más de 360 000 personas infectadas, y ha producido 15 400 muertes en muchos de estos países, aunque la mayoría se concentra en Italia, China, España, Irán y Francia. Son países de diverso tamaño, grado de desarrollo, modelo económico, organización política y social. El virus no respeta raza, credo religioso, nivel de riqueza o pobreza, aunque si se ensaña con los más viejos.

Italia, España, Francia y Estados Unidos, países capitalistas y democráticos, también minimizaron el peligro, se demoraron en actuar, y hoy están en plena curva ascendente de casos, incluso con más muertos que en China.

La discusión recién está empezando y amenaza en convertirse virulenta  y acalorada, es en el tipo y calidad de las políticas que los gobiernos están implementando para combatir al virus, controlarlo, y eventualmente derrotarlo. Todos los ojos, la mayoría en pánico, los están mirando.

Los países que ya han logrado contener al virus y evitar su expansión son cuatro: China, Corea del Sur, Singapur y Taiwán. El primero la contuvo después de varios meses de penurias y muchas muertes, con duras medidas de aislamiento y control social, cuando el virus ya estaba muy avanzado. El segundo lo logró controlar cuando el virus estaba en la fase dos y tres, es decir, en estado intermedio. Y, finalmente Singapur y Taiwán lo controlaron en su primera fase, con muy pocos infectados y muertos ¿Qué tienen en común estos tres países? Ciertamente no es su régimen político, tres son capitalistas y uno socialista. Lo que sí tienen en común es un Estado fuerte, un sistema de salud pública grande y eficiente, un sistema de investigación científica público-privado de clase mundial, una población que respeta y sigue las orientaciones del Estado.

En otros países, como Estados Unidos, Italia, Reino Unido, Brasil yPerú sus actuales gobernantes no creen en el Estado, solo confían en el sector privado y en el mercado. Por ello, en el pasado reciente, desmantelaron y debilitaron la salud pública, y ahora, están priorizando las políticas de reactivación y de estímulo económico en lugar de las políticas de salud, priorizando a las empresas y no la vida de las personas; están alentando las respuestas aisladas del sector privado y de los ciudadanos (como por ejemplo entregarle 2 000 dólares a cada habitante o como en nuestro país 760 soles). Contraponen la idea de la libertad individual y empresarial, frente al autoritarismo y opresión del Estado. Trump, Johnson , Bolsonaro y Vizcarra, son sus vitriólicos voceros y ejecutores.

No señor Vizcarra, los que están en combate no son héroes. Son trabajadores de un sector que es vital para el normal funcionamiento y estabilidad de una sociedad. Y con la marca del heroísmo se está romantizando una precariedad asistencial y profesional que nunca fue normal.

Lo que debe hacer el gobierno es pues habilitar hospitales, camas, respiradores, ambulancias. Hay que gastar en eso, no en encuestas, propaganda en los medios o periodistas para sostener su imagen política. Implementar  un sistema de salud para curar a la gente.