Ayer sus restos fueron enterrados en el cementerio de San Juan

Fue así que ayer a las 10 de la mañana en el cementerio de los Ángeles en San Juan fueron enterrados sus restos, en medio de profundas muestras de dolor y el llanto desgarrador de su esposa, de aquella a la que le robo el primer beso en las aulas del colegio y que con el corazón partió, se negaba a darle el último adiós.

Llegó a trabajar como siempre lo hacía desde hace dos meses que comenzó en la construcción, muy temprano. Nada hacía presagiar que una desgracia estaba por ocurrir aquella mañana del martes. La parca guadaña en mano estaba agazapada para su golpe final. Un derrumbe lo sepultó y nada pudieron hacer sus compañeros para rescatarlo. Se dio la alerta, una tragedia había ocurrido, la esposa llegó y se desvaneció ahí misma cuando le dieron la terrible noticia. Sintió en el alma el dolor más grande e indescriptible. Perder a su amor de estudiante, al padre de sus pequeños hijos. Aquel que no volverá físicamente a casa nunca más. He aquí la historia de Daniel, el joven obrero de construcción.

Huérfano desde muy temprana edad, Daniel Mestanza Torres fue uno de los tantos jóvenes loretanos a quienes les toca luchar para salir adelante por y con su propia familia. Conoció a su compañera de vida y madre de sus hijos cuando estaban en el colegio. Un amor que pintaba para cosas buenas, pero que el destino mezquino les permitió disfrutar tan poco.

Daniel en una foto del recuerdo como estudiante.

A temprana edad ya la vida le ponía frente a frente ante el dolor más grande que ser humano puede sentir. Cuando tenía 5 años su madre Blanca Flor Torres Silvano, falleció a los 27 años de edad a causa de la implacable leucemia.

Daniel nació el 9 de marzo de 1994, y a temprana edad ya la vida le ponía frente a frente ante el dolor más grande que ser un humano puede sentir. Cuando tenía 5 años su madre Blanca Flor Torres Silvano, falleció a los 27 años de edad a causa de la implacable leucemia. Y como dicen que la vida misma lo cura todo, se crio con su padre, Ladislao Mestanza Torres, quien posteriormente con su nuevo compromiso le ayudaron en su educación y formación.

Mestanza Torres, estudió en el colegio Fernando Lores Tenazoa, pero recién culminó su secundaria hace 2 años. De pronto sus conflictos de adolescente, la edad rebelde y la añoranza por su madre le sumergían en una serie de dudas. Que si bien el padre y la madrastra estaban presentes, nada de pronto, era igual sin la mirada atenta de la madre.

Daniel falleció sepultado por la negligencia, aplastado por la corrupción de funcionarios que se hacen de la vista gorda ante las irregularidades, asfixiado por la indiferencia social de quienes son mudos testigos de actos ilegales y callan por temor a perder el trabajo.

Daniel Mestanza,  joven padre de familia con dos niños que alimentar, desde que supo que sería papá lo asumió con responsabilidad, tanto, que decidió viajar por la frontera para poder hacerse de dinero y recibir al primogénito en su nacimiento como se debe.

Estudió en el colegio Fernando Lores Tenazoa.

Daniel estudió en el colegio Fernando Lores Tenazoa, pero recién culminó su secundaria hace 2 años. De pronto sus conflictos de adolescente, la edad rebelde y la añoranza por su madre le sumergían en una serie de dudas.

Hoy cuando la desgracia parece haberse ensañado con esta familia los vuelve a acechar arrebatándoles un nuevo miembro del seno familiar y dejando en la orfandad a 2 pequeños que aún no son conscientes de lo que está pasando. Uno puede exclamar: ¡Qué carajo de vida la de los pobres!

Sus restos se velaron en el puente del barrio donde vivía, de esta manera es que sus seres queridos, amigos y compañeros de trabajo lo despidieron. Fue así que ayer a las 10 de la mañana en el cementerio de los Ángeles en San Juan fueron enterrados sus restos, en medio de profundas muestras de dolor y el llanto desgarrador de su esposa, de aquella a la que le robo el primer beso en las aulas del colegio y que con el corazón partío, se negaba a darle el último adiós.

Mientras que Ladislao, su padre, después de ocurrido los hechos se lamentó haber llevado a su hijo a aquella obra y es que quien sabe lo que puede pasar. Con 27 años en la construcción ya alguna vez escapó de la muerte, pero esta vez la parca vino y le arrebató lo que más quería. Su hijo Daniel.

Justicia para Daniel es lo que la familia y todo aquel que desea que nadie más tenga que morir en esas circunstancias, exige.