Había una larga cola, con mucho frío. Se podía ver madres con hijos, personas que habían pedido unas horas de trabajo para completar el trámite en las oficinas de extranjería. Puto frío, me vendría bien una taza de café con leche caliente (sin lactosa mejor). Y si se puede una barrita de pan con tomate. Estoy desde muy temprano y la cola avanza muy despacio. A paso de tortuga. Se corre la voz entre los que estamos en la cola que el funcionario de apellido Marín se ha ido a tomar café y que hay una sola persona atendiendo. Por eso la demora. Luego de una hora y picos, vuelve Marín. Mira la larga cola y no se conmueve, su rostro redondo y gordo, de una barba de poco pelo, parece decirnos, que se jodan – eso mismo dijo por la tele una diputada del partido conservador cuando hablaban de la crisis laboral, por diosito lo vi, escuché con estos oídos. Esta gente tiene poca empatía. Se pasó dos años preparando sus oposiciones como funcionario – un profesor de la universidad recomendó a la clase que si quieren tener el futuro asegurado era mejor opositar para funcionario y ese consejo se lo tomó en serio. Su memoria era un prodigio, pero sus emociones eran una maraña. Un bucle que nadie se atreve a entrar. Es su lado oscuro. Se repetía al pie de la letra las leyes y reglamento hasta se atrevía citar la jurisprudencia del politizado Tribunal Constitucional local. Pero le pedían opinión propia y trastabillaba. Se daba de bruces, oye chaval, para ser funcionario no necesitas razonar, le decía un pata en la preparación de las oposiciones. Recordaba con añoranza Ciudad de Panamá, vivió la vida loca y se enamoró perdidamente, para él eran amores en la clandestinidad, en los claroscuros. Fue por una beca cuando estaba en la universidad. Visitó a los Kunas en su trabajo de campo y le pareció la mar de alucinante. Se sentía lleno y vacío a la vez. Esa falta de conexión con su entorno la suplía con las formas de la ley, era su océano. Era el único salvavidas que tenía en su existencia mísera, la fría letra de la ley. Me miró y me puso el sello de recibido. Era mi recurso contra la orden de expulsión del país.

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