200 Cerbatanas (Small)

Escribe. Héctor Tintaya Feria

Desde hace años los periodistas no duermen. Desesperan por conocer las mediciones de audiencias, lectoría y rating en general. Son superlativos aquellos que obtienen, lo que ellos consideran una lectura exacta de lo que la gente quiere, el primer lugar y como depositarios del poder que genera estos primeros lugares desdeñan el trabajo de sus colegas, a pesar, que en sus fueros internos consideran que son superiores en calidad y tratamiento de la información.

Hace unos días ha salido las mediciones que hace CPI semestralmente a las radios en todo el Perú. En realidad que hace a las radios que los contratan para conocer sus niveles de audiencia excluyendo a aquellas que no pagan por las mismas porque consideran que son manipuladas o simplemente no tienen dinero para pagar el estudio por lo que, la encuestadora asume las lista que publica con aquellas que contrata, excepto claro, que haya un fenómeno comunicacional que sea imposible inadvertirlo y que necesariamente lo tiene que plasmar a pesar que no hayan contratado con ellos.

Tras estos resultados pueden haber dos lecturas a nivel nacional. La primera que el fenómeno del micro abierto se está reduciendo en provincias y digamos que se estanca en la capital. Ese lenguaje sencillo, sino procaz, que enamora a un tipo de oyente parece que lo ha cansado o ya lo identifica como manipulador en varias ocasiones. O como un disfraz de algún interés subalterno que a la luz de las apariencias no se nota, sino en la facturación de sus administradores.

Otra que la masificación radial de este lenguaje lo que ha hecho es simplemente diseminar la audiencia en sectores cuyas características son similares pero más cercanas al oyente que requiere espacios más afines y oportunos a sus propios intereses sociales o de servicios. Lo que fuese es parece ser una buena y mala noticia. Buena porque ya no hay tanto poder en estos medios para ejercer presión a la autoridad política y hacer lo que sus propios intereses buscan. (Muchas veces comerciales pero también políticos).

Y la mala que la clase política puede interpretar que ya no hay nadie que los ponga contra la pared y hacer de las suyas. Claro, ésta no sería una deficiencia si las instituciones fueran sólidas y la transparencia sea su bandera. Lo cierto es que los egos de las radios y sus periodistas no deberían estar festejando sino estudiando las nuevas tendencias que presentan las audiencias, más aún en tiempos electorales. Porque muchos consideran que la noticia roja o policial o los escandaletes del magazine farandulero son hechos indubitables que te darán rating y creo que están pensando como hace meses atrás, cuando el pensamiento radial de estas tendencias es permanente y cambiante.

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