El origen del Diego

(cuento)

Moisés Panduro Coral

Concentrado en tomar su alimento líquido que le llega directamente a sus células en permanente división mitótica, el pequeño montón de células que está adosado a la intimidad más profunda de su progenitora, no escucha la conversación que ésta sostiene con su padre. No se ha enterado que tiene otros hermanos y hermanas que caminan, juguetean y estudian; que se han iniciado igual que él de un acto en el que el padre dice amar a la madre mientras ambos se prodigan caricias y practican movimientos bruscos y rápidos bufando gemidos y totalmente desnudos en todo lo que se parezca a una cama.

No sabe que su madre es Ángela, una dulce muchacha de Pampablanca, uno de los barrios más populares de la ciudad. Tampoco conoce que ella es hija del dueño de la farmacia donde su padre compró el preservativo destinado a cerrar el paso a la mitad de lo que ahora es él para que no llegara a su otra mitad. Aquella noche, con tanto jaleo, el jebe se abrió y precipitó una competencia de millones de nadadores con cola en una carrera que terminó cuando la mitad de él fue engullido por su otra mitad que esperaba, cual diminuta princesa, al príncipe de sus sueños.

Él, una mórula de células, no sabe que sus padres planean asesinarlo y que lo hacen sentados en el sofá donde le dieron la vida, allí donde don Ramón, su abuelo, hacía dormir en brazos a Ángela, su madre. Mientras ellos ultiman detalles, el nombre del que con cuchillas y fórceps le segará la vida, el lugar, la fecha y la hora donde tendrá lugar el homicidio, el sigue bebiendo ese nutritivo líquido que le llega bombeado por el corazón de la que no le quiere con vida. No se imaginan siquiera que la decisión de truncarle su crecimiento, cambiará totalmente el destino de su familia, en un primer momento, y de toda la nación cuna de sus ancestros, después.

De eso, no se enterarán jamás, ni él, ni sus padres.

En el cielo, dos ángeles que están vigilando el continente sudamericano, fijan su mirada en un barrio de clase media de un país llamado Perú. Del quirófano del consultorio del médico que es un alto y envejecido dirigente de la Federación Peruana de Fútbol, ven salir un angelito y lo guían con un haz de luz para encaminarse hacia donde ellos están. Al llegar el angelito exclaman: ¡Necios, acaban de matar su futuro¡ ¡Nos están devolviendo a la salvación del fútbol peruano!, ¡el más grande jugador de todos los tiempos!. Entonces van donde el arcángel que es el jefe de su legión, le explican los pormenores y reciben la orden de enviar -de todas maneras- el espíritu que salió del nonato nuevamente al continente sudamericano.

¡Esta vez llévenlo a ese país en donde la parrilla es el plato nacional! Algo bueno deben de tener esos pobres argentinos después que sean castigados con una dictadura sanguinaria y una derrota militar en esas islas que parecen sándwiches, dice el arcángel con una sonrisa benevolente.

Así, un día del año 1961 nacía en un barrio pobre de Argentina, el Diego.

Unos años después, el padre del nonato, está hinchando en el Estadio Nacional. Mientras ingresa a tribuna de occidente, va pensando en lo solo que se siente, no solo porque sus otros hijos se independizaron y ya no están con él, sino porque Ángela, su esposa, murió con septicemia hace un par de años. Y a pesar de la ajustada victoria de la blanquirroja por 1-0 sobre la albiceleste no puede dejar de admirarse por ese diez chiquito a quien tuvieron que poner una marca personal para que no haga estragos en la defensa peruana. ¡Cómo no tenemos un Diego!, dice, mirando hacia el cielo.

Nunca se enterará, este angustiado hombre, que el embrión que esa noche llevó al médico para que lo extirpara, era el Diego que tanto anhelaba para su selección.

 

 

2 COMENTARIOS

  1. Es realmente impresionante el mensaje de tu relato señor Moisés Panduro, pues existen tantos crímenes de seres inocentes que pudieron ser maravillosos brillar como una estrella en el firmamento y simple y llanamente cegaron sus vidas, sin motivo o razón justificada espero que este relato llegue a las personas que en estos momentos atraviesan por una circunstancia parecida uno en realidad no sabemos el futuro brillante que quizás pudiera tener aquel ser inocente al que le destruimos la vivida, quizás nuestro mejor orgullo………. FELICIDADES POR LAS LECCIÓN QUE DEJA ESTE HERMOSO RELATO.

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