Yolanda
Es inevitable relacionar a la revolución cubana con Pablo Milanés o Silvio Rodríguez, dueños de la nueva trova que hicieron del canto un instrumento del sistema socialista y del amor que no se contraponen, sino todo lo contrario, se juntan siempre. Todos los que de alguna forma amamos lo que sucedía en Cuba cantamos a viva voz los temas de Pablo y Silvio. Ya sean de amor o de revolución, que a veces son lo mismo, siempre uno terminaba con el canto caribeño del artista de la guitarra, el lente y la voz imitante.
Por eso cuando la flauta del maestro Saúl –un hombre de unos setenta años que alegra las tardes en el centro de La Habana- comenzó los acordes de Yolanda, miré a Percy y repetí: eternamente te amo. Y es que no sólo por la letra y música sino por lo que ya habíamos visto en las calles a uno le da ganas de gritar a los cuatro vientos: Eternamente te amo, Cuba. Por lo que significaste y lo que significarás. Eternamente, te amo.
Si me faltara yo he de morirme, si he de morirme quiero que sea contigo. Mi soledad a veces se siente acompañada, por eso sé que te necesito. Tú me desnudas con tu eterna sonrisa. Rezando el credo que me has enseñado, miro tu cara y digo en la ventana. Punto seguido. Uno cierra los ojos para ver a Yolanda o a quien haga las veces de esa mujer que ocupa el pensamiento. Pero, junto a ella, es inevitable la analogía con este pueblo cubano y siente que si esto se muere porque algo le falta, que esa muerte sea en conjunto. Que la soledad que a veces se apodera del sistema tiene que sentirse acompañada por los hombres y mujeres del mundo que, digan lo que digan, han hecho de la solidaridad una razón de vida. Miro la cara de la bellísima mulata que desliza artísticamente sus manos por el órgano de donde salen las notas y cierro los ojos y creo ver a la joven de piel blanca que entre maraca y maraca le sonríe a la vida muy cerca a la ventana, desde donde se puede ver a los cubanos y extranjeros que transitan por las veredas y que seguro aman eternamente. Quién lo diría, quién los presentiría que muchos años después de tararear Yolanda en las calles limeñas hablando del socialismo me vea en el centro de La Habana hablando de cómo se mantiene el socialismo. Quién lo diría
Sr. Vásquez, no sabía que profesaba el socialismo, pues su carrera como periodista se ha ubicado en la otra orilla y creo que aun se mantiene allí, pues no hay explicación alguna respecto al apoyo e identificación que tuvo en los años noventa del siglo pasado con el gobierno mas corrupto de la historia del Perú, me refiero al oncenio de Fujimori-Montesinos.
Pena que los cubanos de la isla no pueden leer este comentario pues no hay libertad de expresion
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