Hoy es el cumpleaños de Iquitos, cumple 154 años de ser reconocido como primer puerto fluvial a orillas del Amazonas, durante el gobierno del Mariscal Ramón Castilla y Marquesado. Desde entonces mucha agua ha corrido por el río y hasta el majestuoso se ha retirado de nuestra ciudad.
Claro, que vienen muchos recuerdos a la mente, una serie de historias, pasajes y anécdotas de nuestra querida tierra, discursos escucharemos a montón, ceremonias de todo tipo y celebraciones ni que decir, para todos los gustos y disgustos. Por eso, he decidido hacer algo diferente, no escribirle nada en homenaje a la capital loretana, sino, intentar ponerme bajo el ropaje verde y frondoso de su piel tropical y decir lo que siente, desea y quiere de nosotros. Vamos ahí, entonces.
Yo Iquitos, Quiero ante todo, que no sean cochinazos. Que no me ensucien, que no arrojen sus basuras a mis calles. Qué es eso de comer aguaje, cidra o zapote y botar por la ventana las cascaras y semillas. Pero eso también va para los pipirinais, sí, aquellos que se dan de muy light, pero que no se hacen paltas para dejar en los sifones o, en plena vía pública sus botellitas de agua mineral y/o envolturas de sus snacks. Así, todos dicen quererme pero les encanta dejarme ante los ojos de todo el mundo como una tremenda cochina.
Yo Iquitos, deseo que seas buen ciudadano, que asumas tu compromiso para conmigo. Paga tus arbitrios y demás obligaciones, solo así les exigiremos a las autoridades que se preocupen más por mí. Y no dejes que te agarren, muchas veces, de pretexto para justificar su inacción.
Yo Iquitos, te pido que por mi cumpleaños siquiera limpies la telaraña de tu fachada, ya que si te pido que la pintes, de pronto me pones mala cara, aunque en serio, tu pared caracola y descuidada afean mi maquillaje. Pero si de pronto, le puedes meter una mano de pintura al frontis de tu vivienda, hazlo con colores bonitos, que armonice con el entorno, no seas huachafo, porque ni en carnaval merezco que me pongas pintarrajeada de tal manera. No te burles ni me faltes el respeto.
Yo Iquitos, debo llamarte la atención porque tienes la mala costumbre de tratar mal a los que me visitan. Los que vienen a mi casa deben ser bien tratados. Qué es eso de abordarles y cargosearles, peor que aves de rapiña. Porque abres tanto tu boca con aquel que viene del extranjero. Porqué lo que cuesta normalmente 5 a ellos les clavas 10. Eso es un robo. A propósito, no les peles sus cámaras, sus billetera o bolsos. No les estafes. No abuses del forastero. Eso es como matar a la gallina de los huevos de oro. Yo que lucho día a día por ser turística.
Yo Iquitos, te jalo las orejas mototaxista por loco e irresponsable. Que de tanto corretear por mis arterias, me levantas el triglicérido y colesterol. Mira la cantidad de accidentes que ocasionas, incluso con lamentables pérdidas de vidas. Pero eso también va para ti conductor de automóviles y motos, colectivos y camiones. Tal parece que les posee el demonio y se alocan. Me tienen con los nervios de punta.
Yo Iquitos, te emplazo alcaldesa y alcaldes, que arreglen de una vez por todas mis pistas, por qué se esmeran por mostrarme con mi cara shoro shoro, con la huella imborrable de estos surcos, grietas y huecos en mis pistas. Quiero que te saques el ancho de sol a sol por mí. Tanto has querido ser autoridad, encargarte de mí, así que no me hagas la vida imposible. Y tú, gobernador regional, no te hagas el desentendido, como que contigo no es la cosa, no mires por otro lado. Tú también tienes responsabilidades para conmigo.
Yo Iquitos, te imploro que seas un buen vecino. Que no estés peleándote con otro vecino de tu cuadra o de tu barrio. Bronqueate si quieres con los problemas que yo tengo y que no me dejan ser mejor, escalar y ponerme al nivel de otras ciudades del Perú y porque no, del mundo. No te hagas hígado por simplonadas, hijo mío.
Finalmente, te digo que, no seas bullicioso, no me dejes pelacha cortando los pocos árboles que me quedan. No sientas vergüenza de hablar como hablas, de mis comidas y bebidas. Edúcate, prepárate. Si te vas, vuelve luego a poner tu mejor capacidad profesional por mí. Haz que sea una isla bonita no solo en palabras sino en hechos. Comprométete a que mi próximo cumpleaños volveré a ser Iquitos la casa del Dios del Amor, para que sientas orgullo de haber nacido bajo el cielo esplendoroso de mi suelo tropical.