Escribe Héctor Tintaya Feria

200.

Luego de los atentados en París los europeos están en zozobra. En pánico sobre su propia existencia. Alguien da un aviso y todos empiezan a huir, de la nada se aterran con razón o sin ella, han empezado a vivir una desesperación psicológica social que no tendrá cuando acabar. Los gobiernos europeos han acordado hacerle frente con la única herramienta que saben desde los años que se consolidaron como los rectores del orden mundial: el ataque.

Lo que han hecho es despertar aún más al “enemigo” que ellos consideran están en todas partes. Sin embargo, la globalización y el manejo de información mundial ya no está del todo de su parte. A pesar que las cadenas de noticias resaltan los hechos de violencia en Europa y generan indignación, en esa misma proporción las redes sociales y medios alternativos hacen lo mismos con las consecuencias que ellos generan con sus bombardeos. Así la muerte y sus números mayores parecen estar de lado de un sector de islamistas que reivindica estos ataques.

Si los fanáticos matan 160 una noche, los occidentales triplican esa cifra y creen que esa debe ser su venganza ante los ojos del mundo. Un mundo que ha empezaron a verlos no necesariamente como las víctimas sino como los promotores de una espiral que se ha iniciado hace varios años y que parece no tener fin.

Un islamista recostado sobre el cuerpo inerte de su pequeña de cinco años, puede ser más devastadora como propaganda que unos muchachos saliendo de un concierto de heavy metal a media noche en un barrio parisino. Aunque suene crudo, la guerra de las imágenes parece que la están ganando aquellos activistas que entienden que una acción del mundo occidental genera una reacción. A pesar del aparato mundial que cadenas de noticias interponen para maquillar una realidad no parece calar en un auditorio mundial que duda de todo por naturaleza.

Aunque Latinoamerica no es necesariamente un espacio para este escenario, la muerte siempre toca las fibras sociales y amerita una reacción social de indignación, es, en ese sentido, que las potencias mundiales se desacreditan ante los sectores en nuestra sociedad. Cada vez son más repulsivos ante nuestra sociedad y en general todo lo que se relaciona con ellos, también, por ejemplo, aquellos personajes que tienen un discurso afines a este orden, así, en campaña electoral en algún momento será una variable a medir. ellescribidor3@hotmail.com