Fernando Meléndez y Jaime Vásquez
Ayer el diario Pro y Contra de Iquitos y la casa del periodista Jaime Vásquez Valcárcel y su familia ha sido atentado con una maniobra que no hace sino entender que los alguaciles que toman las decisiones en la región son ahora – para decirlo en términos elegantes- chabacanos por naturaleza.
Escribe Héctor Tintaya Feria
Hace años, recuerdo que Fernando Meléndez nos encontró a Jaime y a quien escribe en Iquitos. Fuimos a comer a una cebichería cerca del parque zonal. En ese entonces se hablaba mucho de su suegro Cirilo Torres Pinchi quien había nombrado a miles de profesores “afuerinos” como yo. En ese proceso, cuando caía Fujimori, recuerdo que Torres Pinchi imponía una oratoria que despertaba pasión y esperanza. Al menos en los cientos de docentes que lo escuchábamos en una región que miraba con recelo a todo aquel profesional que llegaba para aportar algo. Hasta nos llevó a conocer Quistococha como lo hubiera hecho un fujimorista que enamoraba con gestos populistas.
En la cebichería escuchaba atentamente a Meléndez y su conocimiento palmo a palmo del interior de la región. Me entusiasmaba que un candidato joven hable así con ese ímpetu que no reconocía en otros que ya se habían posicionado en el imaginario loretano. Pedía consejos a Jaime yo aportaba desde mi conocimiento urbano de Iquitos. Se entusiasmaba creando cifras y apoyos que le darían un triunfo a la caída de Rivadeneyra. Además, sumaba en él que conocía a los operadores de las campañas de los principales grupos políticos. Habían sido contemporáneos en su universidad o los había calzado por sus apegos en la década Fujimorista en función a Torres Pinchi, de cuya gestión, ya sabemos, aprendió mucho.
Incluso recuerdo que cuando terminamos el encuentro (ojo en ese entonces nadie daría ni una semilla de aguaje por él) le dije a Jaime Vásquez que manejaba un buen discurso que acompaña con sentimentalismos telúricos. Recuerdo claramente que Jaime me vio con escepticismo porque entendía que le faltaba un aparato político y un “shunto” de sangre sudor y lágrimas para que sea considerado de verdad. Años después cuando intercambiábamos algunos mensajes recuerdo haberle dicho a Meléndez que en su primer intento no podría llegar por miles de circunstancias que él se negaba a creer, pero que si mantenía ese camino, la próxima elección podría ser suya. Sucedió así, claro que millones de litros de agua tuvieron que pasar por la (sacha) playa para que eso suceda.
Imagino que lo que le faltaba a Meléndez Celis lo consiguió. Ese aparato logístico, de propaganda y de cuadros para hacerse de la región. Trato de identificar cuál fue la madre del cordero de su situación política actual y es ahí donde encuentro su terrible error. No sé si los (ex) búfalos y (con) sumados fujimoristas lo acompañaron tan de cerca que iniciaron su captura en cuanto a lo logístico. Luego prosiguieron los operadores mediáticos que le pintaron la cosa de una forma muy distinta, deforme y en relación a sus propios y brutos intereses en cuanto al manejo a la prensa y sus repercusiones. Y claro, al final los comechados oficiosos y poco profesionales, que suelen creer que saben más de la cuenta y tergiversan poco a poco el proyecto que estoy seguro, tenía originalmente Meléndez Celis.
Todo esto junto y revuelto, más imposiciones e interferencias familiares y de falda hacen que, no sólo haya sido capturado Fernando Meléndez sino, lo peor, sea manipulado de acuerdo a los intereses burdos, torpes y atentatorias estrategias que vienen impulsando. Estoy tratando de entender cuáles son los pseudos pretextos e inadmisibles que pueden atenderse en el caso de explicar lo inexplicable. Ayer el diario Pro y Contra de Iquitos y la casa del periodista Jaime Vásquez Valcárcel y su familia ha sido atentado con una maniobra que no hace sino entender que los alguaciles que toman las decisiones en la región son ahora – para decirlo en términos elegantes- chabacanos por naturaleza.
A contrapelo de lo que sucede en todos lados. Es decir que esas viejas prácticas de amedrentar al periodismo independiente mediante las bombas van quedando de lado, en Iquitos algunos esbirros han decretado que, mediante el terror harán callar a la prensa. Esa que no se pinta de naranja ni acompaña a los ignorantes sueltos de huesos que suelen ocupar las pantallas y los micros. Si Fernando Meléndez tiene algo de ese espíritu que encarnó en aquel entonces, debería identificar quiénes le hacen daño por sobre todas las cosas y, claro, vomitarlos.
Nada es más importante que preservar los valores del respeto, la democracia y la tolerancia. Se podrá estar en veredas diferentes, las ideas muchas veces no tienen que ser comulgadas, es más se puede morir en el intento de hacer preservar mis definiciones y posiciones sobre la vida y la política, pero esto jamás debería hacernos pasar la línea que separa a los inteligentes de los cavernarios, a los panelistas de los animales que siempre existirán en la sociedad. Estoy seguro que a Jaime esta vaina no le hace cosquillas. Conociéndolo de varias batallas, este cariñito es un energizante.
Como siempre en realidad los periodistas no nos preocupamos por nosotros mismos sino por los que están a nuestro lado. Más nos preocupa que la gente de al lado se deprima, le afecte, desvalore esta chamba. Mientras que para nuestros adentros estos atentados son como reconocimientos, medallas o galones invisibles, pues a nadie que no es importante y que no diga algo que les duela a los que están el poder le van a poner una bomba ¿no chicos? sin embargo para otros puede significar cerrar un capítulo, que ya estuvo bueno que, hasta aquí llegamos. Eso sería sintonizar con el monigote y su operador que hizo esto y de esta madera no está hecho Jaime Vásquez Valcárcel.
Así es que en esto me pongo a tu lado, cómo estoy seguro miles de gentes que en Iquitos reconocen en ti y en tu familia valores que ya quisieran tener. Sobre todo de los muchachos que te pasan la voz en la calle, de los trabajadores que te miran con esa aura de alguien superior cuando en realidad eres lo más horizontal que hay en el periodismo loretano y de los “charapas” en general que requieren tener medios que le informen con la verdad como dicen allá, “en su cara pelada”.