Los discursos y las prácticas en la América mestiza siempre andan en contradicción. Se firman Cartas, Declaraciones, se hacen juramentos, manifiestos de la unidad latinoamericana pero estos son papeles mojados a la hora de llevarlos a la realidad. Al final cada uno va por lo suyo, alejándose del espíritu de hermandad que dicen los cánticos y los sueños que cada día se convierten en pesadillas. Desde hace un tiempo en Perú por los medios de comunicación se alienta la xenofobia, en este caso concreto, contra la población venezolana que huye del régimen político de Maduro. La situación es crítica. La población venezolana se desplaza hacia Colombia, Ecuador, Brasil y otros países casi desesperados y los reciben, infelizmente, con muestras de rechazo. Venezuela está viviendo un problema muy serio y lo que hacen los gobiernos de los estados latinoamericanos es levantar y poner badenes legales a esta población que huye de su patria, no porque quieren sino por la situación excepcional que se está viviendo. Recuerdo que en la época del boom inmobiliario en España el trasiego de personas de otros países era pan del día. Venían de todas partes, muchas de ellas de Perú y sin papeles, como dice ese malsonante latiguillo por aquí. Si la memoria no me falla cierto sector de la clase política nos/los recibió con mala cara. Con desprecio. Quejándose hasta del dejo andino, argentino, peruano, boliviano, colombiano, chileno, ecuatoriano que se tenía. Ellos estaban acostumbrados a tomar café con un típico camarero ibérico de rompe y raja, y muy castizo. Te lo decían en la cara pelada. Es así que los inmigrantes aquí, en este lado de la península, somos figurantes del discurso de la hispanidad y otras leches, como suelen comentar. Los protagonistas, hombres y mujeres, son ellos, los nativos, los de fuera no somos ostensibles, salvo excepciones como en el fútbol. Contra todo eso se ha luchado y se sigue luchando, contra esta miopía de las clases dirigentes y de su población en general que ignora el mapa de América mestiza que hasta los mejicanos son sudamericanos. Por eso duele más que en Perú se de estas muestras de xenofobia que no conduce a nada. Es la actitud del paleto, del provincianismo mental de propios y extraños. Es la glorificación de la estupidez. Así vamos.
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