Vivir en Iquitos y no morir en el intento.

Normalmente uno se acuerda de cómo eran aquellos días en la Távara cuadra tres, donde los arboles de mamey ubicados en la berma central de la calle adornaban la misma, en la época donde sus flores estaban a punto de dar frutos. Las pistas grises se teñían (y se siguen tiñendo) de un rojo intenso y aromático.

Ahí nací y crecí. Ahí mismo donde nació aquel equipo que hoy solo vive en el recuerdo, el Capitán Clavero. En esa misma calle donde venden “el cebichito ácido de Batería” que a mi amiga Johanna Guzmán le encanta. Ahí me desarrolle y de alguna forma mis recuerdos más bonitos de mi infancia los tengo en esa calle.

El 368 de la Távara sigue siendo mi hogar. Era costumbre llegar del colegio Nuestra Señora de Loreto a las doce del mediodía, almorzar en familia, posteriormente hacer la tarea, dormir una nadita y salir a corretear y reventar ventanas jugando pelota.

En esa cuadra donde actualmente es la Alianza Francesa antiguamente era el museo de Iquitos, y en ese entonces se guardaban reliquias que contaron la historia de Iquitos.

La ciudad era limpia. En la calle no existía ni una sola bolsa o envase de basura. Al momento de pelotear, nuestros arcos improvisados eran sandalias o pedazo de ladrillos. Los poníamos al centro de la pista y zas, a rallarnos las canillas.

Hoy, la ciudad huele mal, la basura es parte del ornato de las calles, es tan normal sacar tus desperdicios y poner en la esquina o en la vereda de tu casa, se vuelve una pesadilla cuando los perros vagos hambrientos destrozan aquel paquete que solo sirve en el relleno sanitario, y eso.

Digo que es tan normal sacar la basura a la vereda, porque, para ser sinceros, hasta yo lo hago y es peor tener en la casa basura acumulada. Tenemos una empresa, contratada por los municipios para el recojo de los desechos de la ciudad, sin embargo esta empresa no está preparada para el trabajo, cuenta con poca maquinaria o trabajan, como se diría en el buen criollo, a la pendejada.

Una autoridad que carece de mano dura para presionar más a esta irresponsable empresa que con su dosis de burla está agregando muerte a los ciudadanos.

Ahora, la ciudad es otra. Se dan asaltos millonarios, con persecuciones delincuenciales de película, se mata gente y a los dos días ya es un tema olvidado, no porque así lo quiere la gente o la autoridades, sino que después de esos dos días hubo otra muerte más fuerte aún.

Recordemos. Colombianos, ciudadanos que el 80% de ellos se dedican a cosas oscuras en la ciudad, se creen los dueños de las calles. A estos hay que tenerles miedo porque te matan. El 24 de octubre del 2013, una nota emitida en Frecuencia Latina puso al descubierto el por qué estos “colombianos” actuaban con tanta impunidad en nuestra ciudad. Un personaje, al parecer capo de usureros en Iquitos, se había hecho amigo de los altos mandos de en ese entonces la V DIRTEPOL. El video de la fiesta de cumpleaños de este capo junto a los jefes policiales hizo temblar solo un poco la policía. El tema quedó en cargos removidos y nada más.

Este colochito sigue haciendo de las suyas, con su negocio informal y amenazando con armas de fuego a quienes se retrasen con sus pagos. Estamos en Perú y aquí todo puede pasar.

Hace poco hubo un encuentro binacional de Ministros de Estado y conversaba  con un colega colombiano, quien me decía: Hasta aquí han llegado mis compatriotas porque huyen de Colombia, pues las leyes son mucho más fuertes allá que en Perú.

¿Por qué demonios no los expulsan como expulsaron a estos faranduleros “El Parcero” o Greysi Ulloa?

Asaltos espectaculares, identificación de todos los delincuentes, pero solo los más débiles presos. Policías corruptos mencionados en un vídeo escondido, 400 mil soles de un empresario que ni siquiera recuperó un sol de lo robado, un jefe de la policía que fue desterrado por el mismo Ministro del Interior al no ver resultados.

Después del destierro, como si fuera la bienvenida de los delincuentes, matan a un hombre trabajador dentro de su casa para robarle dinero, le disparan tres veces, a sangre fría. Su esposa resulta herida, su cuñado igual. Los delincuentes son identificados, capturados e increíblemente liberados por un pésimo trabajo de la Fiscalía, quien por falta de tonner en una impresora los dejo ir a sus casas. Es como si se burlaran de la policía, como si dijeran «el Ministerio Público y el Poder Judicial son lugares donde todo tiene arreglo».

Y qué pasa ahora con el servicio de Electro Oriente, servicio criminal y negligente que en vez mejorar nos sume más en la realidad de un pueblo olvidado. Seguir hablando de esta empresa ineficiente sería algo de nunca acabar.

¿Qué hacemos como ciudadanos para hacer justicia? Así hay que llamarlo, Justicia. Hasta hace poco la presencia del decrepito Frente Patriótico de Loreto se escuchaba en las radios a viva voz de su anciano líder, que daba la impresión que ya se nos iba para otro lado cuando denunciaba a Iván Vásquez y lo señalaba de ladrón. Hay que preguntarse por qué no se moviliza hasta el frontis de esta empresa, convoca a paros de 48 horas para exigir un mejor servicio, que los partidos políticos intenten hacer frente ante tanto abuso. Está más que claro que todo se mueve por intereses y que el FPL solo sirvió para responder a una agrupación política que logró su objetivo.

El FPL ya no es el de antes, así como la Távara cuadra tres ya no es la misma. Iquitos tampoco es la misma. Es difícil vivir en esta ciudad y trata de no morir en el intento, lugar donde alguna vez todo fue mejor.