Viajero fuera de ruta
El viajero alcalde iquitense, don Charles Zevallos, debió hacer como el afamado niño Goyito. Es decir, en vez de embarcarse con prisa y realizar su primer viaje, debió esperar algo así como seis meses para preparar mejor la partida. En ese tiempo bien pudo contratar los mejores sastres para que le pongan la telada como cañón frecuentar a los mejores cocineros para que le preparen confiables alimentos, contratar guías serios para que los visitados no le lleven únicamente a pasear por parques zoológicos y, sobre todo, para que no se desvíe de su ruta prefijada. Es decir, para que no altere el itinerario establecido, algo que no se puede hacer bajo ninguna circunstancia.
El afamado y siempre bien ponderado niño Goyito se fue de viaje y no cambió su ruta. Había cumplido los 52 años y no era tan tonto como nos quiere hacer creer Felipe Pardo. El burgomaestre de la gran Maynas, por la gran parrillada bailable, la gran parranda de fin de semana, la gran chupa en cualquier momento, se iba para Quito. Pero en determinado momento del vuelo hacia el lugar donde la selección futbolera peruana solo conoce la derrota, la nave se desvió hacia un sitio de Colombia. El besuqueador estaba fuera de ruta, lejos de su itinerario. Estaba en delito, de acuerdo a las leyes nacionales.
El niño Goyito, más mosca, más estable, no hubiera jamás alterado su mapa de viaje. Partió hacia Chile y arribó a Chile. Don Charles Zevallos creyó o cree que los acuerdos para permitirle viajar a cada rato están por las puras arvejas. Pero no es así. La situación ahora, que se descubrió que dio su saltito al país paisa y cumbiambero sin tener ni permiso ni autorización puede ser motivo suficiente para que se vaya con su música, sus viáticos, sus parapentes voladores y sus besos a otra parte.