ESCRIBE: Miguel Donayre Pinedo

Hace varios lustros cuando se salía del período de la violencia de los grupos terroristas en la selva, visité Tarapoto, Moyobamba, Lamas y demás pueblos de esa parte de la floresta. Todavía quedaban algunas hebras de la violencia. Nos entrevistábamos con autoridades, actores sociales de la región. Lo que más prevalecía en los testimonios de estos informantes claves era la incertidumbre al futuro, con cierta rapidez se tenían que cerrar las heridas, situación nada sencilla. El contexto de la violencia del terrorismo se entrecruzaba con la violencia del narcotráfico, escenario social complicado. Para ir a Moyobamba desde Tarapoto se echaba muchas horas, muy diferente a lo que es por estos días. Se trataba de recoger iniciativas desde los gobiernos locales. Uno de los lugares que me atraía como un imán era Lamas. En las entrevistas con los líderes comunales lamistas descubrí el machihembrado tema de la propiedad comunal con la propiedad individual quedando como mi asignatura pendiente estudiar sus mecanismos jurídicos y comunales. En medio de esos temas, serios, había situaciones de realismo mágico aliñado de trópico húmedo. Un alcalde tenía el mote de gallinazo, es más, él lo hizo suyo en la campaña política. Tan suyo que inauguró una plaza teniendo al gallinazo como escultura que lo mostraba muy orondo, no sé si la plaza lleva estos días al negro plumífero. Hay una alianza (perversa) extraña entre la política y las esculturas, aquí en España sobran ejemplos de los más descacharrantes. En Isla Grande, como no, un alcalde tuvo la brillante idea de hacer una escultura al delfín colorado de cemento. Tamaña estupidez desapareció con los años. Estas venadas del poder siempre están rondando las plazas y parques, parecen podados por la misma tijera de dimensiones universales. Leía en un diario insular la polémica que el Alcalde de San Juan Bautista, un distrito de Isla Grande, ha soliviantado los ánimos de la población al levantar la escultura “La mano del juane” ¿Era una mano de un hombre o de una mujer? Seguro que la imaginación popular no ha parado de hacer ironía lo que se puede hacer con las manos y de quienes pueden ser. Es tan disparatada la escultura que la Decana del Colegio de Arquitectos se ha pronunciado al respecto, pidiendo sensatez. Llama la atención que con tantos temas en la agenda de su comuna, que no son pocos, como por ejemplo, la implementación de una red de bibliotecas en el distrito, por decir uno, lo que más sobresalga en el rubro de cultura es la escultura de marras. Esperemos que enmiende sus prioridades que es un serio déficit en las autoridades propias y ajenas.

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