ESCRIBE: Jaime Vásquez Valcárcel
Mail: vasquezj2@outlook.es
Quienes se vanaglorian que Loreto forme parte de la agenda mediática por estos días son tan miopes y mediocres que no se detienen a pensar que las imágenes mostradas y las versiones propaladas nos muestran como una ciudad invadida por montículos de basura y quema de llantas en varias arterias, además de la quema de un vehículo, tal como informó el corresponsal de RPP Noticias, Jorge Carrillo Rojas. Mientras esto sucedía en la capital loretana –pues la paralización en Yurimaguas tuvo ribetes distintos- en la ciudad de Lima, centro del capitalismo que muchos repudian de la boca para afuera, varios hechos tendrían que ser motivo de reflexión y, periodísticamente, de información.
En las calles de Lima un abogado se pasea pausadamente por el centro con un lazarillo que –así es la vida de caprichosa- hace pocos meses lanzaba loas públicas y privadas a los que integraban la gestión regional anterior. Ese mismo abogado se pasea infructuosa e improductivamente con dinero de todos los loretanos y pertenece a una entidad que, según informes propalados en la prensa loretana local, no solo ha contratado personal sin ningún sustento técnico sino únicamente político dadivoso. Ese mismo personaje afirma en cuanta oportunidad tiene que no existen recursos económicos en la región cuando solo el viaje de los últimos días desmiente esa versión. Aunque existe la posibilidad que un constructor agradecido haya costeado ese viaje. Por qué no.
En las veredas capitalinas –mientras vándalos confundidos con bandidos- por estos días era maravilloso observar cómo caminaban en fila india propagadores de noticias falsas en las redes sociales junto con dirigentes gremiales cuyo denominador común es pensar en sí mismos antes que en el prójimo. Esos dirigentes no invocan la mejoría de sus agremiados como esos propagadores no elevan sus facturaciones para trasladarlos a sus asalariados sino que en nombre del pueblo y las necesidades que tienen sus pobladores se llevan la gran vida en Lima reduciendo aún más los ya reducidos recursos económicos regionales.
Por todo ello y muchos hechos más siento cierta pena cuando veo imágenes de vándalos convertidos en bandas y que unos aprovechadores quieren denominar como patriotas catalogando a los que no comparten sus postulados como traidores. Y lo dice alguien que ha sufrido hace tres lustros la destrucción de su propiedad y el ataque cobarde a su hija por parte de los mismos vándalos. Solo que ahora se colocan diferente antifaz pero sus métodos son los mismos.