UNA MEDALLA NO ES SUFICIENTE

Gema Ericka Hidalgo Peña  tiene 13 años, vive en el pueblo joven de Sinchi Roca (Requena) y es medalla de oro de  los Juegos Florales  Nacionales 2012. Su afinado y espigado cuerpo, su pálida tez, su rostro infantil y su voz confiada, hace de Ericka una niña con talento escondido en uno de esos lugares donde la calle se llena de barro cuando llueve  y es estudiante de una de esas escuelas que poco le entregan importancia. Ericka es medalla de oro de un concurso organizado por el Ministerio de Educación, con un pequeño cuento que dice todo de ella. Un cuento que no expresa la típica limitación creativa de los seudos escritores trasnochados que se meten a los colegios a negociar con el futuro de nuestros estudiantes. Con Ericka no llegaron a dar estos mamarrachos de libros, sino que gusta de los cuentos de Juna Rulfo, Gabriel García Márquez, de Juan Carlos Galeano, entre otros que me cita con una leve y cómplice sonrisa. Un cuento para Ericka es decir lo que los demás no quieren escuchar de nuestra realidad. No espera que otros le digan qué es lo que debe escribir, sino que en ella ya se viene formando un impetuoso respeto por su propia creación respetando lo que cree que es importante escribir. Su cuento es genuino y suave. No cuenta con hojarasca. Los tropiezos que se le enfrentaron para participar en ese concurso es motivo para cree que ninguno de esos docentes echaron mano a ese trabajo propio de  su edad por la cual el jurado no dudó de su talento para declararle ganadora de dicho concurso.

Desde su casa de palmeras, humilde, donde huele a familia fresca en la sala, la niña no es interrumpida en sus horas de lecturas, con los libros del pobre plan lector del Minedu y con algunos otros libros de literatura completa donada por otras entidades. La escuela no le mezquina los libros, sino que le dejan que se los lleve a casa porque no solo es un ejemplo a seguir en la escuela por el premio ganado, sino que también ocupa el primer lugar en su grado.

Pero más allá de una insignificante medalla que no le llevará lejos para ser tomada en cuenta en la ciudad, porque  esas cosa sucede en el Perú donde se espera que alguien triunfe afuera para recién poder ser reconocido a obligación de estado y no por la revaloración de nuestros embajadores de las artes y el deporte, Ericka no quiere más medallas, porque la literatura no se hace para ganar  medallas, sino para llenar ese gran vacío que indaga muchas veces nuestra alma por la ignorancia, y pocos son los que quiere llevar a delante a desarrollar estos talentos porque sigue siendo visto como un peligro para las sociedades, por lo que se quiere remplazar a la literatura seria con esa llamada “light” y flojona que lo único que hace es desvirtuar los conceptos reales de la literatura. Cómo se puede seguir desarrollando el talento en nuestros estudiantes con medallas si lo que se debería dar son libros, y no solo por el Minedu, sino por el GOREL, Municipio u otra entidad serias que revaloren a nuestros jóvenes talentos. Cómo se le puede ayudar a una jovencita de trece años que está en busca de su vocación literaria dándole medallas de fantasía cuando el mismo MINEDU, que es el que fomenta a la lectura mediante programas sin horizonte, flojos y fragmentados, debe tomar la posta y saber qué es lo que le conviene a un niña que quiere salirse del retraso y que busca mejorar mediante las forzadas lecturas que hace por las mañanas para no solo sacar adelante a su familia sino para llenar ese vacío que siente que navega por su alma. Una medalla no es suficiente cuando existen niños que quiere dar con esos libros anhelado que solo lo conocen por las caratulas en los libros donde se los cita de pasadita nomás.

Los premios no hacen a los escritores, me dice siempre un amigo, y lo mismo veo en aquella  niña que no se emociona por la medalla, sino que cada vez que da con esos libros ajenos a su grado, y que me sorprende ver a la poetisa Ana Varela sobre su humilde buró, se emociona leerlos y eso es lo que más me llama la atención: su agrado por la literatura.  Eso es lo que me causa otra sensación, una sensación de tener a mi lado a una futura madre de la palabra escondida y oculta que ha de abrirle para derramar belleza. Una niña que entiende el arte de la literatura y que por eso no le niegan los libros que solo está destinado para los de quinto de secundaria y que fueron donados por medio de un proyecto, el año 2012, Por Tierra Nueva, y que este año sigue con esa labor. Ericka no espera ganar este año otra medalla, sino lo que busca es demostrar lo que se pude ser capaza para llamar a la reflexión y preguntarnos qué es lo debemos hacer para mejora nuestra educación, porque ella es el mejor ejemplo.