Hilda Morales, agente pastoral, nos comenta su experiencia en JMJ
UNA JORNADA DE REFLEXIÓN
Escribe: Randy Wagner Ríos Gutiérrez
randyriosg@gmail.com
El pasado mes de julio, se desarrolló una nueva edición de la Jornada Mundial de la Juventud – JMJ, en la ciudad brasileña de Río de Janeiro, que congregó a jóvenes católicos de diversas partes del mundo. La JMJ fue establecida en 1984 por el recordado Papa Juan Pablo II, buscando motivar a la nueva generación de católicos y ayudarlos a vivir su fe. Hilda Morales, miembro de la Pastoral Juvenil de la Parroquia San Martín de Porres de Iquitos, nos cuenta su experiencia en este encuentro mundial.
Llamada Este encuentro se desarrolló en dos partes. La primera fue la “Semana Misionera” como un primer momento en Curitiba del 14 al 20 de julio, y la segunda parte fue en Río de Janeiro con la “Jornada Mundial de la Juventud”, desarrollada del 23 al 28 de ese mismo mes.
¿Cómo fue tu experiencia en este encuentro mundial de la juventud?
Fue una experiencia realmente hermosa y motivadora, muchos jóvenes reunidos con un solo fin en el país hermano de Brasil, la experiencia que uno se lleva te ayuda bastante para darte cuenta que todos los seres de esta tierra alabamos a un solo Dios y seguir motivando a que otros jóvenes encontremos a Dios en el prójimo; las familias brasileñas que nos acogieron fueron bastante buenas y pudimos estar tan cerca del Papa, eso fue una experiencia extraordinaria y siento que a mi vuelta a Iquitos debo seguir enriqueciendo la fe de otros jóvenes que también merecen tener esa oportunidad de seguir a Cristo.
¿Cómo te sentiste al ver a tantos jóvenes reunidos?
A decir verdad, me quedé sorprendida porque lo que vi es a un mar de jóvenes y todos locos por Cristo, jóvenes que de verdad viven su fe y se arrodillan sin vergüenza alguna ante el Santísimo, todos levantando las manos en nombre de Dios y en realidad fue una gran emoción ver que jóvenes de todas partes del mundo, con distintas lenguas y culturas, nos unamos en una sola fe, alabando a un mismo Dios.
¿Cómo vieron la reacción de los brasileños que por esos días vivían un caos social en contra del gobierno de ese país?
En realidad nosotros como peregrinos temíamos más que todo por nuestras familias que acá en Iquitos se enteraban por medio de los medios de comunicación un panorama totalmente distinto a lo que se vivía en Brasil, pero en realidad el gobierno brasileño nos puso una seguridad exclusiva para todos los peregrinos, habían casetas policiales en cada esquina y jamás tuvimos ningún tipo de altercado, porque las personas que protestaban contra el gobierno respetaban mucho nuestra presencia, además creo que la presencia del Papa apaciguó un poco las aguas, porque creo que el simple hecho de que el Santo Padre llegue a tu país es un honor.
¿Crees que hay un antes y un después de este encuentro en la vida de los jóvenes que participaron de la JMJ?
Cada peregrino ha venido con una experiencia distinta, creo que efectivamente sí hay un cambio en la vida de todos los que pudimos estar tan cerca del Papa Francisco, en mi caso he descubierto de que a pesar de las circunstancias siempre hay un Dios que está a nuestro lado, cabe resaltar que no es necesario ir a otro país o salir de tu entorno social para encontrar este acercamiento con Dios y las respuestas que como cristianos deseamos, pero sí es bueno alejarse para encontrar un poco ese silencio y esa paz que muchas veces no se encuentra en el hogar o en la sociedad en la que nos desenvolvemos; la verdad esta jornada me ayudó a crecer aún más como persona, me ayudó a reorganizar un poco a mi grupo de la pastoral juvenil y seguir motivando a que los chicos se acerquen cada vez más a Dios.
¿Qué es lo que más resaltas del Papa Francisco?
Mucha humildad y sinceridad, son dos características más resaltantes del Papa Francisco; en la playa de Copacabana durante sus discursos y entrevistas que le hacían, el Papa nos demostró éstas dos virtudes que yo resalto, porque es lo que se ha estado perdiendo en la personalidad de muchas personas que a pesar de asistir a misa y participar en la Iglesia no lo practican.
¿Cómo se arreglaron para comer sabiendo que existía un grupo grande de personas que abarrotaron los restaurantes?
El estado de Brasil dio a todos los peregrinos una tarjeta para comer en los restaurantes que tenían el logo de la tarjeta, con eso nosotros nos alimentamos. El primer día como no sabíamos cuáles eran los otros puntos de comida, nos fuimos al más cercano y nos encontramos con una cola que parecía interminable, pero ya los otros días encontramos otros restaurantes donde se podía comer mejor.
¿Cuál es la anécdota que más recuerdas durante tu estadía en Brasil?
Bueno, hay muchas anécdotas que nos pasaron a cada uno de los seis integrantes de la parroquia San Martin, en forma particular (risas), pero prefiero contar mis anécdotas personales; lo más gracioso fue cuando agarramos un metro para que nos lleve de vuelta al lugar donde nos habíamos alojado, tuvimos que pasar ocho estaciones para llegar y en una de estas estaciones bajó primero el padre Pablo, párroco de la iglesia Señor de los Milagros de Moronacocha y de la nada el metro se cerró, vi la cara de desesperación del padre Pablo, quien era el que encabezaba nuestro grupo, una señora y yo nos íbamos con nuestras caritas tristes dentro del metro y el padre desesperado quería empujar y golpear la puerta, pero no se podía (risas), lo bueno es que al llegar a la otra estación los brasileños que estuvieron ahí nos acompañaron y amablemente nos ayudaron, es más, nos quisieron tomar fotos diciéndonos ¡Perdidos! (risas)… eso es lo más gracioso que me pasó.