Fernando Ronald Paisig Vela

Docente de la Universidad Nacional de la Amazonía Peruana.

La división internacional del trabajo consiste en que unos países se especializan en ganar y otros en perder. América latina desde la invasión Europea solo ha tenido a perder, humillada por los trofeos de la invasión, por los saqueos de nuestros recursos naturales.

Nuestra América Latina sigue trabajando de sirviente. “Continúa existiendo al servicio de las necesidades ajenas, como fuente y reserva del petróleo y el hierro, el cobre y la carne, las frutas y el café, las materias primas y los alimentos con destino a los países ricos que ganan, consumiéndolos, mucho más de lo que América Latina gana produciéndolos” 1.

La América Latina desde la invasión colonial hasta nuestros días, todo se ha llevado el capital europeo primero, luego, el norteamericano y acumulado capital pero fuera de nuestras tierras campesinas y obreras. “Para quienes conciben la historia como una competencia, el atraso y la miseria de América Latina no son otra cosa que el resultado de su fracaso. Perdimos; otros ganaron. Pero ocurre que quienes ganaron, ganaron gracias a que nosotros perdimos: la historia del subdesarrollo de América Latina integra, como se ha dicho, la historia del desarrollo del capitalismo mundial” 2.

A diferencia de la clase dominante de otros paíes, en nuestro país siempre fue una clase dirigida que no tienen el menor interés en averiguar si el patriotismo podría resultar más rentable que la traición o si la mendicidad es la única forma posible de la política internacional. Se hipoteca la soberanía; jamás fue una clase dirigente e independiente que inicie un proceso de un país en desarrollo.

Pero los invasores europeos vinieron con el signo de la cruz en las empuñaduras de las espadas. “Antes de cada entrada militar, los capitanes de conquista debían leer a los indios, ante escribano público, un extenso y retórico Requerimiento que los exhortaba a convertirse a la santa fe católica: «Si no lo hiciéreis, o en ello dilación maliciosamente pusiéreis, certifícoos que con la ayuda de Dios yo entraré poderosamente contra vosotros y vos haré guerra por todas las partes y manera que yo pudiere, y os sujetaré al yugo y obediencia de la Iglesia y de Su Majestad y tomaré vuestras mujeres y hijos y los haré esclavos, y como tales los venderé, y dispondré de ellos como Su Majestad mandare, y os tomaré vuestros bienes y os haré todos los males y daños que pudiere…»3. América latina era el vasto imperio del Diablo, de redención imposible o dudosa, pero la fanática misión contra la herejía de los nativos.

La muerte temprana de América latina, después de la independencia política de España fue a parar a la norteamericana, siguiendo la historia del saqueo, la dependencia y la subordinación económica y política, minimizando así el desarrollo social de la nación. Una herencia colonial fatal en el campo de la educación (imitar modelos), en campo social (discriminación y racismo), en el campo económico (dependiente al gran capital extranjero) y en el campo político (subordinado a países extranjeros).

Nos toca romper el cordón umbilical de esa herencia colonial, en todos los aspectos posibles, crear un país sin calco ni copia, que fuese creación heroíca. Nos toca ir por un nuevo curso, con un Plan de Desarrollo Nacional y esta engarzada a un Plan de Desarrollo Regional, una Nueva Constitución democrática y popular que siente las bases de la economía nacional y por ende la base del crecimiento económico y el desarrollo social. Dar el salto cuantitativo al cualitativo, de vender materia prima a industrializar nuestros recursos naturales, respetando las normas ambientales internacionales y por ende, de un desarrollo sostenible y sustentable, diversificando nuestra economía nacional, construyamos un verdadero Estado-Nación.

Pero esto no se hará desde la derecha política antipatriota que no hizo nada durante aproximadamente 200 años de vida Repúblicana, lo haremos las mayorías, los desposeídos, los dueños de nada, los patriotas, los nacionalistas, los hombres y mujeres que aman verdaderamente este país. Sí podemos construir un Perú para todos.

Bibliografía

1. Eduardo Galeano, 1971. Las Venas Abiertas de América Latina, Siglo XXI editores.

2. Idem

3. Daniel Vidart, Ideología y realidad de América, Montevideo, 1968.