ESCRIBE: Percy Vílchez Vela
En los lejanos tiempos de mi remota infancia me iba a la escuela en época de creciente. Desde mi casa agarraba mi canoa y me iba remando algo así como un kilómetro hasta arribar a la escuela. Luego de clases regresaba al hogar sin mayores inconvenientes. Después nunca más he navegado en días de inundación. Hasta hace poco en el viaje luego de mi periplo europeo.
En mi memoria se activaron entonces otras navegaciones en tiempos de inundación. La entrada al Amazonas de las falanges orellanistas fue en tiempo de halagación. El padre Samuel Fritz navegó desde El Pará hasta Yurimaguas en tiempo de creciente. Otros misioneros también hicieron lo mismo. La navegación en estos días se vuelve más peligrosa.
Porque los ríos se ensanchan y se agrandan, se llenan de obstáculos varios y pueden ocasionar tragedias. Y, además, pueden aparecer los piratas. El objetivo del viaje era completar las investigaciones sobre el linaje de los cocama. Los encargados del trabajo eran yo, el periodista Jaime Vasquez Valcárcel, el camarógrafo Douglas Flores Caballero. El poblado de Bretaña era el punto inicial. Y partimos desde Iquitos, desde la vereda del hotel Victoria Regia, a las 5 de la mañana. El atestado microbús tardó 2 horas y media en arribar a Nauta. De allí a Bretaña el viaje demoró 7 horas.
En mi memoria germinaban entonces los incontables viajes que hice a lo largo de mi vida, y que figuran en un libro de próxima aparición por Tierra Nueva, la editorial amazónica. En mi equipaje figuraban varias obras como Palabras en el mundo de Alonso Cueto, Ensayos desde la floresta de mi autoría, El sabor amazónico de Jorge Nájar. En el puerto desembarcamos en medio de una de las más grandes crecientes. Para arribar al poblado propiamente dicho tomamos un llevo llevo muy moderno que antes fue un rápido. Para aribar al hotel caminamos con el agua hasta las rodillas. Después emprendimos la labor navegando, hasta en canoas que se desplazaban por los caminos de antes.
