El otro día un juez de guardia (o de turno) hizo circular un mensaje por las redes sociales sobre lo que observa día a día mientras recorre lugares de la ciudad en sus funciones como magistrado. Decía que en su camino él veía y se chocaba, casi repetidamente, con la muerte de personas mayores en estado de abandono, muchas veces, llevaban varios días ya fallecidos y en estado de putrefacción. Muchos de esos ancianos o ancianas estaban en una profunda soledad. La noticia me dejó como un zurriagazo que te deja la cabeza dando vueltas sin orbita. Añadía, que algo fallaba en la intervención y posiblemente sea un marchamo de lo que nos pueda pasar a futuro. En una sociedad donde da un valor extremo a la juventud, las personas mayores son vistas como un estorbo para las políticas sociales de los Estados y una cosa inservible para la sociedad ¿dijeron algo los medios de comunicación? Muy pocos, a casi nadie, llamó la atención este tuit. En la tele, en los espacios publicitarios, se ve cuerpos jóvenes y bellos, o niños y niñas sonrientes. Cuerpos atléticos de los hombres, mujeres extremadamente delgadas y mirando con deseo a la cámara, los labios pintados de rojo pasión o mostrándonos obscenamente el trasero. En el caso del segmento de la tercera edad la publicidad se orienta hacia los abuelos y abuelas (casi siempre son abuelos, las abuelas también son invisibles en este mundo desigual hasta en las pensiones) que son vistas como una mercancía más para comprar los seguros privados de atención médica que te aseguran la felicidad para esos años de vida. No hay espacio donde el capital no se haya metido, por eso decía alguien que uno de los actos más rebeldes como persona humana que debemos hacer es aburrirnos. El aburrir no cuesta y pone en jaque a este sistema en que todo cuesta y que te obliga a estar conectado. Hasta para buscar amores se acude a páginas especializadas previo pago. Se paga para no sufrir, para elegir mejor, para que no te dañen. Infelizmente, hasta los amores están viciados por el capital en estos tiempos acuosos. Hay que seguir en nuestra burbuja mientras las personas mayores mueren solas.
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