Un premier político

– La hora del «optimismo selvático»

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Parece que el gobierno se ha dado cuenta o se ha convencido recién que la presidencia del Consejo de Ministros, requiere en muchas ocasiones y por tramos largos durante los gobiernos un espacio político importante en las decisiones y el sobre peso necesario para contrarrestar una avalancha opositora que no sólo miran de más cerca sus aspiraciones electorales sino una posible desestabilización del mismo gobierno de tal manera que el terreno les sea más claro y limpio al momento de la campaña electoral en sí. En ese sentido, la elección de César Villanueva, el hasta ahora presidente regional de San Martín, parece ser un acertada decisión que proviene de Ollanta Humala y no tanto del entorno, aspiraciones o sugerencias de Nadine Heredia.

César Villanueva posee tres características visiblemente positivas. Tiene manejo ejecutivo, pues es uno de los presidentes regionales que más ha ejecutado su gasto en los últimos años. Es provinciano, pero no sólo eso, sino ampliamente identificado con todos los sectores dentro del grupo de presidentes regionales de todo el país que sin duda ayudará a los puentes y prioridades al momento de los conflictos y de la inversión descentralizada y una última fortaleza podría significar el hecho de ser amazónico ( y con optimismo como se ha declarado), pero de los que ha tenido un recorrido político en movimientos y partidos con el intento de unificar bloques dentro del oriente pero con nexos en varias zonas del país.

Esta concertación que desde hace años era su principal perfil político va ser decisiva a la hora de enfrentar los retos al mando de la PCM. Villanueva sabe e identifica sin dudas de donde provienen las campañas que ha desestabilizado a este gobierno y que lo ha hecho retroceder en varios temas, como el de Conga, Repsol, Tía María y huelgas de varios sectores. Aunque obviamente los anteriores primeros ministros, además por la gran parafernalia administrativa y económica que se maneja en este portafolio, conocían perfectamente los verdaderos intereses detrás de la oposición en diferentes temas, no se atrevían a enfrentarlos con las armas de la política o la concertación de estadista y por eso dejaban que se mine la imagen de un gobierno tan proclive a retroceder en acciones que debiera sostener si tendría convicción.

Villanueva será un buen referente ante estos temas que empezarán a pulsearlo mediáticamente al día siguiente de su designación oficial y seguramente el selvático actuará con esa personalidad semi-flemática que ha reaccionado como presidente regional de una región que en su gestión ha pasado de la economía de las exoneraciones y el mercantilismo a insertarse rápidamente en una economía nacional de inversión que crece principalmente en provincias. Sus prioridades acá seguramente serán más específicas y aunque sólo redujera la sensación de inseguridad en un porcentaje adecuado con medidas efectivas y ejecutivas, habrá hecho lo suficiente para asegurar su carrera política que, a estas alturas de su vida y segundo mandato regional, sin duda está buscando también con esta designación.

Pero no sólo para eso lo han llevado, también para saber torear a la oposición cada vez más radical que tendrá en Alan García, los fujimoristas o la misma izquierda. Ya en sus primeras declaraciones se ha notado una advertencia a estos sectores pues ha manifestado en relación a ese rumor cada vez más fuerte de un complot para desestabilizar al gobierno: “quien quiera alternar (en el gobierno), le conviene un país estabilizado”, ha dicho con el mismo temperamento del político que rubrica un documento cualquiera.

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