El domeñado y servil periodismo español – se salvan muy pocos de mantener la dignidad y honestidad de cara al poder, apela la frase muy desgastada y con tufo autoritario de golpe en la mesa. El secretario general de un partido político se salta las reglas de juego y desdeña las consultas de las bases en la nominación de un candidato y eso lo llaman golpe en la mesa. De autoridad. No sería ningún golpe de autoridad ni que ocho cuartos es simplemente un burdo rezago autoritarismo que anida en esta sociedad (es el legado franquista que perdura en esta democracia de baja intensidad). Lo llamaría micros autoritarismos como los micros machismos para identificar a machos de pelo en pecho. Y para este teatro o comedia trágica del absurdo un medio de comunicación como El País se prestó a estas componendas, esta empresa tiene unas ansias de poder infinitas. Situaciones como esta dan risa y rabia al mismo tiempo. Este es el periodismo que degustamos en la mesa casi todos los días. El presidente del partido conservador luego de perder las elecciones en la Comunidad autónoma de Andalucía convocó a una reunión de su partido para poner paños fríos a la trifulca de sus compañeros de partido que se echaban los trastos a la cabeza unos a otros y se culpaban de la derrota en esas elecciones. El sólo habló y nadie le hizo llegar el malestar existente en las bases. A este gesto un sector de la prensa lo llamó golpe en la mesa. Claro, en esa convocatoria nadie dijo nada al presidente ni un reproche, todos bajaron la cabeza. Nadie se inmutó, les pareció hasta casi normal – a mí me pareció la llamada al orden del capo de la mafia a sus compinches. Treinta años de democracia y no enmiendan todavía la cultura autoritaria domina en estas sociedades.

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