UN DÍA ESPECIAL
El señor Calandrino, personaje de Boccaccio, es hasta ahora el único varón que se sintió preñado. En serio fue el asunto, y ese ser de letras disfrutó de su embarazo, pero no alcanzó, obviamente, el alumbramiento. Hasta hace poco, la cuestión del vientre abultado era motivo de queja para algunas mujeres. Ellas decían que la preñez era un castigo como en el vals. No nos cabe la menor duda de que las damas tenían toda la razón. Pero los varones, de pelo en pecho, de varias camadas, muy hogareños debido a las tantas casas que mantenían, no teníamos ninguna culpa, porque la preñez era un asunto de la madre naturaleza. Así podíamos lavarnos las manos y andar por el mundo engendrando hijos o hijas en cualquier momento, hasta en lugares vedados.
En el presente, nos asalta una cuestión crucial en la vida femenina. El orgasmo, le llaman y ayer en toda la tierra se celebró su día. Es un decir, porque en verdad no conocemos que se haya hecho nada importante para cambiar las cosas. Las encuestas revelan las quejas de mujeres que ignoran lo que es esa sensación de plenitud. Y vuelven a quejarse porque sienten que les falta bastante para una vida plena. Y tienen toda la razón. Y los varones tenemos que poner las barbas en remojo para tratar de hacer más llevadera la parranda. No es culpa de la madre natura que las damas no tengan esa jarana en la intimidad. Es culpa del machismo inyectado en la infancia que niega el placer a la mujer.
En cualquier parte de la tierra hay ahora, por ejemplo, varones que consideran, muy ufanos, que el clítoris es el centro del placer femenino. Ello es obsoleto en realidad como lo sabe Perico y los palotes, porque está demostrado, con cifras y testimonios, que el centro de la cumbiamba es el músculo conocido como pubeococcigio o PC, que bien entrenado da espléndidos resultados. Esa maravilla corporal está ubicada allí mismo, donde la puso madre natura y cualquier mujer le puede utilizar a su antojo y voluntad. Lo anterior solo es una parte de tan peliagudo asunto, y recomendamos a los varones que, en vez de andar hablando de sus hazañas en el catrincito, se documenten para que el año que viene esa celebración sea una fiesta de feriado bastante largo.