Todos los días son el fin del mundo
Hace dos días que no tengo agua en la casa. Se ha roto la tubería matriz – ya aprendí a identificar los rangos y pulgadas de cada una de estos armatostes por la recurrencia de esta problemática, así que tengo la autoridad para decir que, efectivamente es matriz – y dada la presión, las lluvias, diciembre, las pocas cuadrillas o dios sabe qué cosas más, aún no pueden solucionar la rotura. Mientras tanto, nos jodemos viendo cómo el agua corre por las calles sin poder levantarla y llevarla al baño, por decir algo. Si la cosa sigue así, el fin del mundo me cogerá antes del 21 de diciembre, de eso estoy totalmente seguro.
Lo mismo ha sucedido en cientos de lugares y ciudades importantes del país, donde en términos reales no es novedad el finito anuncio Maya para el día de mañana. Pero otra cosa es cuando se rompen estas tuberías en Lima, ¿por si acaso ah? Se rompió ayer una tubería matriz en Villa María del Triunfo y la cosa cambia para todo el estado peruano. Como este barrio está en la capital (marginal, pero en Lima) y los “sapos creativos” de los periodistas cubren en cadena nacional familia por familia en el costoso sistema Fly Away como el aniego perjudicó varias viviendas y, con tremenda conchudez e ignorancia, relatan incluso “parece una inundación como las que ocurren en la selva peruana…”, entonces ya es un tema de emergencia nacional.
Las pruebas lo confirman. Ayer muy desesperado y como si se tratase de una victoria más que tienen que apuntarse, el ministro de Vivienda, Construcción y Saneamiento, René Cornejo, ha declarado que, más pronto que inmediato, entregarán 34 millones a Sedapal para reforzar los casos de emergencia como el sucedido en Villa María. Y los cientos de casos en provincias: que esperen. ¡¡Para qué viven en provincias, habrá pensado!!
Aunque argumentó la incapacidad legal para intervenir a las empresas prestadoras, pues recordemos que estas son de propiedad municipal, dijo de paso que las están apoyando con proyectos que, dios sabrá, cuáles y cuantos serán los que realmente sean efectivos y con el dinero que sí aseguró para Villa María.
El problema, que va significar un real fin del mundo, precisamente viene de las empresas prestadoras de servicios y en el clientelismo dirigencial – populachero que defiende su statuo quo. Como estas no pueden ser privatizadas – concesionadas, pues por la naturaleza de las cosas o designios de Adam Smith, estas obligatoriamente representarían un incremento de los costos del servicio, entonces siguen, o burocratizándose y obedeciendo a sus propietarios alcaldes que no invierten en ellas, u olvidándose de prestar un servicio mínimamente adecuado. Pensar en que puedan arreglar la rotura de mi calle con prontitud es inviable, peor aún en vísperas de Navidad o del fin del mundo.
El agua en el país es uno de los más baratos de América del Sur. Eso es suficiente para los nacionalistas o estatistas de caricatura para seguir defendiendo la actual situación de las “empresas” del agua en el Perú. Aunque es su piñata mediática por los problemas del servicio que a diario se presentan, tampoco ponen en tela de juicio su naturaleza estatal que la ha llevado a su insostenibilidad. Ese tipo de posturas irrestrictas, sumada a una respuesta siempre centralista cegando las políticas de apoyo para el resto del país, nos llevarán de todas maneras, más temprano que tarde, al fin del mundo, antes que cualquier predicción, de eso estamos seguros.