Escribe Héctor Tintaya Feria
No es que parezca que el caso Oropeza sea una reverenda cortina de humo. La verdad es que noticias como esta, independientemente que sean un distractivo, en realidad pasa porque hay una gran mayoría que desacredita todo lo que pasa en torno a todo lo que se expone. Oropeza se va debatir en torno a que es un presunto narcotraficante vinculado a la política, también a las modelos o bailarinas, a los narcos de moda a los carros de lujo y en fin a todo lo que pase por la televisión.
De esta manera un caso que podría haber resultado impactante por sus hallazgos con la cosa pública y lo que realmente debería interesar, se vuelve difuso e incierto y entra al bolsón de la incertidumbre. Lo mismo sucederá con lo político. El tema de las agendas de Nadine se ha bifurcado en mil interpretaciones que al final parece un excelente guión de incertidumbre donde todo se vuelve difuso, incrédulo y también desacreditado desde el ángulo que se le vea.
Así sucederá con el caso de los narcoindultos. Hay excusas y respuestas que se entrecruzan no sólo por los medios tradicionales que hacen su trabajo de desinformación y prejuicio, sino en las redes o medios no tradicionales donde cada quien hace su trabajo de negar lo innegable y atacar con la misma herramienta que es atacado: el descrédito.
Estas encuestas que arrojan círculos de poder en el país o intenciones de voto están fundadas en el más puro y artificial cuento de creer que son vinculantes o tal vez referentes del derrotero de la opinión pública. Los grupos de poder y políticos gastan su dinero en querer establecer a través de un posicionamiento de una débil idea, la decisión de llegar o continuar el poder. Como la nube creada en cuanto a la incertidumbre puede ser beneficiosa para cualquiera, todos asumen que son los depositarios de la verdad, pero es fantasía.
Lo malo es que esta mera imaginación es materia de discusión y por eso los temas de fondo, aunque preocupantes en el mundo real, pasan a un segundo plano afirmándose las promesas demagógicas. Nuestra sociedad es un albur y a veces indescifrable porque cuando nacen ideas, ya sean de derecha o izquierda interesantes, este panorama generalizado lo desacredita casi por inercia.