Si antes los candidatos tenían que alquilar bombos y platillos para amenizar la manifestación proselitista hoy basta con amenazar con el despido a quien toca el bombo y también los platillos que tiene la institución gubernamental cuyo jefe máximo quiere por todos los medios lícitos e ilegales de tener una bancada que le permita más circo.
Si antes pedíamos una campaña de propuesta hoy nos limitamos a que nos digan con claridad quiénes son los candidatos a la Presidencia de la República que no han transgredido la ley electoral. Los electores lo sabemos pero necesitamos que el ente electoral nos diga con qué vara mide a uno y con qué mide a otro.
Si antes escuchábamos a un arquitecto que ofrecía un millón de empleos en la Plaza 28 de julio ante la multitud que vitoreaba su apellido porque con el retorno de la democracia también retornaban todos aquellos que en nombre del “mejor sistema de gobierno” se iban a favorecer creando colegios y radioemisoras. Si antes teníamos a un candidato “mozallón” que llegaba a Iquitos por vía fluvial con dos años de anticipación para el día de las elecciones hoy tenemos a un candidato “vejentón” que nos promete sacar del aislamiento porque quiere ser recordado por los niños que lo escuchan. Si antes asistíamos a la pugna por dos ideologías de gobierno con rostros mejor maquillados por cada uno de los publicistas hoy tenemos a publicistas que maquillan al electorado sin importarles la ideología que defienden porque eso ya no importa a la gente. Si antes asistíamos a los mítines de los candidatos con la esperanza de ganar alguna canasta con víveres hoy esa posibilidad se ha descartado porque los legisladores pusieron la palabra “exclusión” como pena a una actitud que se ha institucionalizado en todos los partidos que pretenden ganar una elección. Si antes los candidatos tenían que alquilar bombos y platillos para amenizar la manifestación proselitista hoy basta con amenazar con el despido a quien toca el bombo y también los platillos que tiene la institución gubernamental cuyo jefe máximo quiere por todos los medios lícitos e ilegales de tener una bancada que le permita más circo.
Todo esto en nombre de la democracia. Que está bien. Pero sin exageraciones. Sin menospreciar la voluntad del pueblo. Sin presumir que la amnesia de unos pocos que hablan en nombre del pueblo se convierta en colectiva. Porque hoy no basta el hablar bonito para ganar una elección. Como no basta con convertirse en “antisistema” para mantenerse en el sistema. Quienes creen que las cosas han cambiado solo tienen que acudir a los medios de comunicación para darse cuenta que todo sigue igual. Mientras los ciudadanos no cambiemos de actitud poco será lo que logremos para el desarrollo colectivo. Pues seguiremos gobernados por mediocres y megalómanos que mezclados con egocentrismo y precariedad ya sabemos lo que da.