ESCRIBE: Percy Vílchez Vela
“Quiero pintar a mis antepasados y mi linaje”
Desde su anonimato de siglos, desde el sosiego milenario de su descanso perpetuo, me llega el nombre de Hilaria Huariga, uno de los pocos nombres de mujeres iquita que encontré en mis arduas investigaciones para escribir mi libro sobre los moradores esenciales de la isa nada bonita. ¿Qué hubiera dicho ella si en vida se hubiera enterado que los que llegaron mucho después que su linaje antiguo iban a convertirse en los fundadores de Iquitos?.
En la sala de la casa iquiteña de su abuelo Gabriel Paima, me recibe la sorprendente Gabriela Paima Diaz. Ella nació en San Antonio de Pintuyacu y desde muy tierna sintió la inclinación a pintar. En el presente tiene 20 años y es tan activa y laboriosa como las mujeres iquitas de todos los tiempos. Está acabando la carrera de Ingeniería Ambiental en la UNAP y trabaja durante horas cocinando en un chifa de Iquitos.
No me atrevo a hacerla ninguna pregunta para no interrumpir su flujo verbal. Conozco, gracias a su abuelo, que inicialmente ella quiso estudiar pintura en la Escuela de Bellas Artes, pero alguien le dijo que la pintura no dada dinero, que se iba a morir de hambre. Luego aparecieron otras personas que la convencieron de que estudiara una carrera para ser una buena profesional. Ella hizo caso, pero no pudo dejar de pintar.
Ella me dice, de pronto, que quiere pintar a sus antepasados y a su mismo linaje. Ella, la pintora en potencia, también ha sufrido maltratos en la ciudad que comenzaron a construir sus ancestros. Nos dice que cierta vez, en una exposición gastronómica realizada en Iquitos, el Municipio de Maynas utilizó su imagen sin consultarla y sin pagarla un centavo. Cuando ella, con todo derecho, se fue a reclamar y a pedir una legitima paga, el burgomaestre le mandó decir que llegaba en mal momento porque no había plata. ¿Cómo para pagar a la Yahaira Plasencia si sobró el dinero?, me pregunta y se pregunta sin encontrar la respuesta. Entonces recién se atreve a mostrarme uno de sus cuadros.
Es un cuadro pequeño ganado por el color azul. La única figura es la estampa del último cacique de los iquito. La mano que pintó esa obra es segura, exacta y revela una innata capacidad creadora en el mundo de las formas y los colores.