La zona del río Marañón ha formado parte de mi infancia, de mis años. Los lugares como Lagunas, San Regis, Nauta, no me eran ajenos, los oí mencionar desde muy pequeño. Las historias sobre el bosque, el río y los seres que habitan por este lado de la floresta me acompañaban en las arenas de Pisco, en el mar de Pimentel de Chiclayo o los pasos de esta Lima encapotada de gris. Del Océano Pacífico y sus algas salían enormes seres fantasmagóricos que se incrustaban en mi imaginación de párvulo. Lo mismo del desierto donde la fantasía de impúber se derramaba sobre las arenas e islas que tenía delante de mí. Eran relatos que de alguna manera u otra te enseñaban con parábolas que deberías sentir respeto por la naturaleza, las cochas, el bosque, las personas. Mi abuela Natividad gran peregrina del bosque amazónico nos extasiaba con narraciones que ocurrían por esa área cultural que ancestralmente pertenece al pueblo indígena Kukama. Era niño y sus relatos colmaban febrilmente mi mente, me perseguían hasta en los sueños. En el fondo la nonna Natividad contaba su experiencia, su sabiduría de vida por esta región del palustre que desgraciadamente hoy, y por estos días, están siendo desdeñadas por mundos virtuales mezquinos a la realidad real. Esos mundos donde se adormecen las emociones, cercenan los sentidos, que con apretar un si me gusta están libres de toda culpa. Me contaba en esos relatos que seguía con devoción de la creación del mundo y el gran apagón que hubo ese día donde todo se oscureció, que del rio emergían enormes karachamas, palometas, acarahuazúes, gamitanas que eran más grandes de los habituales que asustó a la abuela de Natividad. De seres que habitan bajo el agua y que dormían en grandes hamacas y viven en ciudades. En este sentido, de la defensa de la vida y la naturaleza se enfila el racimo de relatos en Karuara. Historias sumergidas del pueblo Kukama. Estas historias emergen en el mejor momento donde el pueblo Kukama está plantando cara a quienes contaminan sus ríos, sus bosques, intoxican a sus pobladores. Saben, sabemos que esas luchas no son fáciles, hay que sudarlas como nos han enseñado las abuelas y los abuelos. Estas historias no son simples relatos, con ellas se defienden las cochas, el bosque, el río, a las personas que habitan dentro de la floresta. Un pueblo que es consciente de esto demuestra que hay esperanza que se pueda cambiar.
https://notasdenavegacion.wordpress.com/2016/07/21/territorio-kukama/