200 Cerbatanas (Small)

La Gran reforma del estado está en la Educación. Nadie lo duda, todos lo exponen, pero nadie apuesta por ello cuando están en el gobierno. Puede ser que signifique mucho dinero. En el Perú son cerca de 450 mil maestros y aumentarles los sueldos de buenas a primeras colapsaría el presupuesto nacional. Claro que esto es una exageración, pero soltar dinero en esas dimensiones no está en la propuesta de un gobierno con el de las características del que se va y menos del que viene. Así es que, docentes, no se hagan muchas esperanzas.

Algo distinto están haciendo con los policías. Estos empezarán a ganar 3 mil soles al egresar de sus escuelas. Con sólo algunos meses de adiestramiento más físico que moral, los efectivos ganarán casi tres veces más que un docente que se forma cinco años. ¿Porqué? La inseguridad apremia y genera descrédito e incredulidad en el sistema económico actual, por lo tanto lo hace inviable y ese es un lujo que no pueden darse.

Si la educación generaría de manera inmediata un riesgo para el sistema, claro que la reformarían como debe ser, pero no. Un pueblo bruto y precario para la acción crítica es la mejor fórmula de consolidar un sistema mercantilista y extractivo. Pero sí lleva a un riesgo mediato. Desde la iniciativa personal – familiar, la gente que adquiere cierto mérito económico empieza a darse cuenta que el estado no está haciendo su trabajo y se rebela, algo de lo que ha pasado en Chile, donde los especialistas del mercado dirían que ha retrocedido en materia educativa, pero donde muchos podrían coincidir en que se trata sólo de equiparar ciertos derechos.

Por eso los días festivos como el de ayer, tratan de engrandecer el valor personal. La insignia del apostolado, el cholo que siendo pobre y decente sigue viviendo estoicamente como maestro así no tenga qué comer. El que no se rebela, él que asume que debe irse al cielo por el sólo hecho de enseñar en el Perú y al que le deben todos los honores, cánticos, poesías y borracheras, pero no el erario nacional.

Desahuevense  todos. Jamás seremos algo de lo que se imaginan cuando ven Finlandia, Suecia , Islandia o Taiwán en términos educativos si seguimos en este proceso lento. La meritocracia impuesta ahora por la norma es justa, la evaluación es apropiada y  el retiro de los malos necesaria, pero con el maltrato sistemático y concertado hacia los miles buenos maestros que empujan a sus hijos para que sean mejores personas, jamás seremos primer mundo. Es dinero señores, después todas las reformas habidas y por haber.

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