Tarea urgente

La saludable costumbre de intervenir diferentes avícolas, galpones, chiqueros, criaderos, lugares de matanza de animales y otros lechos, garantiza que la población no reciba gato por liebre o que coma sin riesgo. Pero ese control nos parece insuficiente y hasta sospechoso de levantar una cortina de varios humos. No debería quedarse en un área tan restringida. Debería extenderse, expandirse, agarrar otros ámbitos y agarrar parejo a otros rubros que dejan mucho que desear. Por ejemplo, qué ocurriría si un contingente de fiscales o expertos o defensores del pueblo intervienen la tortura del agua potable, la otra tortura de la corriente eléctrica. ¿Qué terribles cosas no encontrarían, que deficiencias saltarían, que desgracias aparecerían como repentinos estallidos?

Cuando se calienta el gallinero electoral, cuando vuelven los candidatos y sus hierbas o sus cebos de culebra, cuando ya resuenan las tonterías de las ofertas electoreras y las payasadas de circo, una comisión debería intervenir a los principales líderes y sus partidos políticos que se arrejuntan para tomar el poder. No para gobernar en nombre de un ideal, sino para medrar en provecho de intereses personales y de grupos. Por ejemplo, esa comisión podría intervenir a Jorge Mera cuando está cantando como gallo. De repente, esa horrible imitación es una cortina de humo para ocultar a los tránsfugas que ahora caminan con él.

De igual manera, la posible y probable comisión podría contratar los servicios de médicos de altos estudios para investigar si en el cuerpo de los candidatos existe una glándula oculta  y secreta que les impulsa a la rapiña, al desfalco, al robo descarado. Si se encuentra esa glándula se habría dado un gran paso para vencer a la famosa corrupción. Porque se podrían realizar operaciones masivas para sacar una clase política limpia de polvo y caja, libre de denuncias y celdas, lista a emprender grandes tareas colectivas.