Sorpresas de Balsapuerto

[Escrito por: Moisés Panduro Coral].

Francamente no creo que el pueblo de Loreto vote una vez más por la reelección de su actual presidente regional. La forma tan alegre como se han dispendiado y se dispendian los recursos monetarios y logísticos de esta entidad del Estado; las decenas de casos de corrupción que han sido y que están siendo investigados, sin sanción alguna hasta ahora; el visible estancamiento de su territorio y de la población que la habita que le hace ocupar los últimos puestos de la tabla en los indicadores sociales, económicos y de competitividad más resaltantes del desarrollo; la improvisación y el palabreo en torno a megaproyectos que todo indica terminarán en montones de anillados apilados en algún archivo o, en el peor de los casos, en proyectos colapsados como el alcantarillado-entubado y la planta de tratamiento de aguas residuales de Iquitos, no merecen definitivamente el voto del pueblo.

Igualmente, no creo que quien se autoproclama y se festeja hace tiempo en el primer lugar de una presumida preferencia electoral con encuestas ataviadas de logos artificiosos y aderezadas con efectivo, vaya a ganar esta elección, porque no veo solidez ni técnica ni polìtica en sus denominadas “propuestas” electorales. Eso de andar por allí ofreciendo, por ejemplo, “senatis populares” sin definir qué exactamente es; o, afirmando que “todos tendrán derecho de acceso a un puesto público” sin tomar en cuenta la sobrepoblación de empleados en el aparato estatal; entre otras muchas lindezas, pinta de color naranja oscura la pobreza argumentativa que exhibe este movimiento regional que ni el pobre PPK, traído exprofesamente para la ocasión, ha podido maquillar.

Pienso que la elección de octubre es crucial porque representa, acaso, la última chance para que Loreto, esta región que amamos con profundidad telúrica, se encamine por la senda del progreso, la decencia, la honestidad, el bienestar común, la justicia social; y la verdad es que ninguno de los dos “empresarios” de la política mencionados lo garantizan. Se me agria la boca de tan sólo especular que podamos seguir siendo sojuzgados por la demagogia que ofrece de todo, por la politiquería cuyo plan de gobierno se reduce a regalar, donar, divertir, acarrear gente con dinero malhabido; que nos vayamos al despeñadero total con tanta plata despilfarrada y saqueada, que solamente cambiemos mocos por babas, o que resultemos yendo de guatemala a guatepeor.

Ésta es mi percepción y he querido decírselos, no tengo por qué callarlo, yo no ando calculando qué digo o qué no digo, para agradar financistas. Puede que esté equivocado, soy humano; o puede ser que mi justificado deseo de que ninguno de esos dos gane, -porque será más de lo mismo-, sea el que direcciona mi perspectiva. En el fondo acaricio la idea de que en todo Loreto ocurra lo que ocurrió el último domingo en Balsapuerto: ganó el que no salía primero en ninguna encuesta, y perdieron de lejos, los que aparecían primeros. Ojalá que, como en la canción de Piero y León Gieco, en octubre, el sol de Balsapuerto ilumine a los electores sin pedir explicación.