Hace unos meses atrás, ya casi un año, fui operado de una hernia inguinal, me parece que es el nombre correcto. Pensé que eran unos dolores musculares del deporte y el diagnóstico final es que era la hernia. Recuerdo que fue un sábado la operación, el día anterior había ido a ver tenis y estuve sin jugar casi tres meses y días. Una recomendación del médico que me operó fue caminar, caminar. Desde que me levanté del quirófano hice caso, a rajatabla, del consejo médico, no paré de caminar (F me dice que en las recomendaciones médicas soy fundamentalista de tomo y lomo). Aunque no todo camina sobre ruedas. Unos días después, antes de la supervisión médica que casi a los cuarenta días después de la operación, tuve fuertes dolores debajo del lugar que me operaron. Me quitaba el sueño y mucho paracetamol, así que fui al médico (el médico que me operó no volví a verle la cara- además, el día de la operación estaba con una mascarilla). Me hicieron una tomografía y me dijeron que esos dolores eran normales y que la operación de la hernia estaba correcta. Los dolores continuaron (hay algunos amigos no ejercieron siquiera una empatía de mínimos y se enfadaron conmigo, pensaba que exageraba con la operación) sobre todo después de caminar o al dormir. El médico que me vio en la consulta resultó ser una persona afable, me explicó que muchas veces en esas operaciones suelen toparse con algunos nervios, y que el tiempo era el mejor remedio. La respuesta la acepté a regañadientes. El dolor siguió ahí dándome molestias. Así que por tercera vez acudí al especialista, un señor muy majo. Tenía sus buenos años encima y también amable. Le expliqué lo que me pasaba, sonrió levemente. Me dijo en tono doctoral, lo que te ha pasado es un típico caso de “servidumbre del método” ¿Qué?, ¿Cómo?, sonrió y me explicó resumidamente que por más método supuestamente infalible que se emplee puede tocar estos algunos nervios que dejan esas secuelas, y que con el tiempo me pasará. Me quedé saboreando el concepto de la servidumbre del método hasta dar con esta crónica.
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