El 28 de abril, el Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (Serfor) publicó una resolución en el diario El Peruano que deroga una norma vigente desde hace más de cinco años. Se trata de la Tercera Disposición Complementaria de los “Lineamientos para la Identificación de los Ecosistemas Frágiles y su incorporación en la Lista Sectorial de Ecosistemas Frágiles”. Esta disposición permitía actualizar automáticamente dicha lista cuando un ecosistema frágil coincidía con una nueva área natural protegida (ANP), como una reserva comunal, un área de conservación regional (ACR) o privada. ¿Cuál es la diferencia? Los ecosistemas frágiles son zonas con baja resiliencia frente a impactos humanos, por lo que constituyen áreas prioritarias para la conservación de la biodiversidad. Aunque están bajo la gestión del Serfor, adscrito al Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego (Midagri), y se restringen los usos extractivos, no cuentan con el mismo nivel de protección legal que las ANP, que son gestionadas por el Sistema Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado (Sernanp) bajo el Ministerio del Ambiente (Minam). Con la derogación de la normativa, se elimina la posibilidad de actualizar la Lista Sectorial de Ecosistemas Frágiles cuando se establezcan o reconozcan nuevas áreas protegidas que se superpongan con territorios previamente identificados como ecosistemas frágiles. En otras palabras, el reconocimiento de una nueva ANP ya no será suficiente para modificar la lista, como sí ocurría bajo la norma anterior.  Según la propia resolución, esta medida busca “garantizar la gestión integral de los ecosistemas frágiles sectoriales”. No obstante, expertos advierten que podría dificultar la articulación entre las entidades responsables de la conservación en el país, lo que afectaría la protección efectiva de estos espacios. ¿En qué escenario se da este cambio? Actualmente hay 13 propuestas de creación de áreas naturales protegidas que se superponen con ecosistemas frágiles: 11 corresponden a áreas de conservación regional (ACR) y 2 a reservas comunales. Por lo que la reciente eliminación de esta disposición genera incertidumbre sobre la viabilidad técnica y legal de estas iniciativas, ya que su implementación dependía precisamente de la posibilidad de actualizar la lista de ecosistemas frágiles, ahora anulada. Todo ello ocurre en un contexto de creciente presión sobre los ecosistemas naturales del país, lo que agrava aún más los riesgos para su conservación.

ACR Velo de la Novia protegería más de 14 mil hectáreas en Ucayali

Una de las propuestas de ACR más avanzadas es la del Área de Conservación Regional Velo de la Novia, ubicada en Ucayali. Esta iniciativa, gestada hace cuatro años, ha sido promovida por el Gobierno Regional con el acompañamiento técnico del Sernanp. El proceso incluyó talleres de información y socialización, en los que se logró el respaldo de 24 localidades cercanas, entre ellas juntas vecinales como Alto Shambillo, Hormiga y Chancadora.

Gobierno Regional de Ucayali entrega al Sernanp el expediente técnico de la propuesta de ACR Velo de la Novia  (Foto: Difusión)
Como resultado, hace solo un mes, el 28 de marzo, se publicó el proyecto de decreto supremo, junto con el expediente técnico que propone la creación del ACR Velo de la Novia. La iniciativa busca conservar más de 14 mil hectáreas de bosques montanos, proteger fuentes hídricas y hábitats clave para la biodiversidad, así como promover el uso sostenible de los recursos naturales por parte de las comunidades locales. Incluso en abril de este año, más de 100 personas firmaron un memorial solicitando al Estado aprobar la creación del ACR. “Nuestra población considera que es la oportunidad (…) de resolver definitivamente el establecimiento del ACR Velo de la Novia de Ucayali y generar el desarrollo sostenible de nuestra provincia de Padre Abad”, se lee en el documento. Sin embargo, queda duda sobre el futuro de esta ACR ya que en 2023 el Serfor incluyó al ecosistema Velo de la Novia en la «Lista Sectorial de Ecosistemas Frágiles».

Una superposición que abre el debate: Caso de Medio Putumayo Algodón

Otra Área de Conservación Regional (ACR) en proceso de creación que logró avanzar hasta la publicación de su proyecto de decreto supremo es Medio Putumayo Algodón en Loreto. A pesar del respaldo técnico y del apoyo de las comunidades locales, el Serfor observó la propuesta argumentando que parte de su territorio se superpone con el ecosistema frágil Eré Putumayo Cotuhé, incluido desde 2019 en la Lista Sectorial. Según la entidad, esta superposición pondría en riesgo la gestión integral del ecosistema, al fragmentarlo y dificultar la entrega de títulos habilitantes como concesiones de conservación y bosques locales. Ante estas observaciones, el Ministerio del Ambiente defendió la viabilidad legal del proyecto, amparándose precisamente en la Tercera Disposición Complementaria Final, hoy derogada. Esta norma establecía que, en caso de superposición entre un ACR y un ecosistema frágil, se podía actualizar la lista sectorial, sin que ello implicara anular el proyecto o impedir su creación. Sin embargo, pocos días después, se publicó la derogación de dicha disposición. Conversamos con Gustavo Suárez de Freitas Calmet, coordinador del programa Perú del Earth Innovation Institute, exdirector de Áreas Naturales Protegidas y exdirector Forestal y de Fauna Silvestre, quien señaló que «la eliminación de la norma es un paso más de una comedia de equivocaciones». Según explicó, «pretender que los ‘ecosistemas frágiles’ incluidos en una lista pueden constituir una causa para oponerse al establecimiento legal de un área protegida es un despropósito técnico y carece de sustento jurídico». El problema, añadió, «parte de una confusión conceptual profunda».

En abril, más de 100 pobladores firmaron un memorial solicitando al Estado aprobar la creación del ACR Velo de la Novia.

«Bloquear áreas protegidas no es el camino para proteger ecosistemas frágiles»

«Si bien todos los ecosistemas son frágiles en algún nivel, la ley reconoce que algunos lo son más y se establece un listado, que no requiere definición de límites preciso, para que las autoridades consideren debidamente esta condición natural cuando se toman decisiones sobre su uso, por ejemplo, al hacer una evaluación de impacto ambiental o decidir otorgar una concesión forestal o de otro tipo», explicó Suárez de Freitas. «Es un concepto técnico, no una categoría legal de ordenamiento. No tiene estatus jurídico similar a un área protegida ni aún al de una unidad de ordenamiento forestal. Se ha construido artificialmente una figura que la ley no contempla», añadió. Señaló también que «no tiene sentido modificar la lista, porque la situación o condición natural del sitio no cambia por el estatus legal que se asigne para su manejo, sea un área protegida, un bosque protector o una concesión de conservación». Lo preocupante, indicó, «más allá de cambios realmente irrelevantes, es poner en riesgo a los proyectos de conservación regional que están avanzando en ecosistemas frágiles con apoyo de las autoridades y de la población local». Además, subrayó que, si el objetivo es proteger estos ecosistemas, «bloquear la creación de áreas protegidas no es el camino adecuado». Y concluyó: «Si el sitio es frágil, crear un área protegida es la mejor opción».

Chontabamba-Huancabamba: Una década de trabajo por el ACR que hoy enfrenta incertidumbre

Otra Área de Conservación Regional (ACR) en proceso de creación es la de Chontabamba-Huancabamba, en Pasco. En diálogo con Inforegión, Elqui Roncal, director de Recursos Naturales y Gestión Ambiental en la Gerencia Sub Regional de Oxapampa, explicó que este proyecto lleva más de diez años en desarrollo y se encuentra en su etapa final. “Los primeros días de mayo ya estaremos sustentando la penúltima fase del proyecto, que tiene que ver con la finalización del expediente técnico que luego pasaría a evaluación ante la PCM”, señaló. Cabe resaltar que esta propuesta de ACR también se superpone parcialmente al ecosistema frágil del mismo nombre. Roncal precisó que esta categoría fue asumida como una medida provisional, en el marco de la zonificación forestal regional, mientras se avanzaba en el diseño del ACR que era el objetivo principal. “El ecosistema frágil tiene más de 16 mil hectáreas, mientras que el ACR abarca 13 mil. Hemos excluido varias zonas con derechos otorgados para evitar conflictos”, detalló.  Más que una contradicción, el funcionario plantea una articulación entre ambas figuras: “Proponemos una gestión simbiótica entre el ACR y los ecosistemas frágiles. Este modelo debería replicarse en todo el país” y concluyó: “No podemos desechar todo un esfuerzo técnico y financiero de muchos años por una norma”. Roncal sostiene que en Pasco hay consenso con comunidades, titulares colindantes y entidades técnicas: “Lo que queremos es que nuestro territorio esté ordenado y que ese orden responda a una sostenibilidad socioeconómica y ambiental a largo plazo”.

Chontabamba-Huancabamba podría convertirse en la primera área de conservación regional de Pasco. (Foto: SPDA)

Más de una docena de propuestas en la misma situación

Además de los casos ya identificados en Ucayali, Pasco y Loreto existen otras ocho propuestas de Áreas de Conservación Regional en distintas etapas de elaboración que enfrentan el mismo dilema legal por superponerse a ecosistemas catalogados como frágiles. Entre ellas se encuentran Aguas Calientes Maquía y Ere Campuya – Algodón en Loreto; Otorongo Pampalzao en Junín; Lomas y Tillandsiales de Tacna; Yanajanca, Oso Mayo Milpo y San Pedro de Chonta en Huánuco; así como Vilaya – Condorpuna – Shipago en Amazonas. A esta situación se suman dos propuestas de reservas comunales que también se superponen a ecosistemas frágiles: Bajo Putumayo, en Loreto, y Ajutap – Sector B, en Amazonas. La incertidumbre jurídica generada por la reciente eliminación de la norma sobre ecosistemas frágiles podría afectar el avance y reconocimiento de estas iniciativas de conservación. Para Suárez de Freitas, esto va en contra de los principios de gestión ambiental integrada.

¿Qué viene ahora?

Pese a la oposición a la creación de Áreas de Conservación Regional (ACR) por la superposición con ecosistemas frágiles, los gobiernos regionales, como en el caso de Pasco y Ucayali, continúan avanzando en sus procesos, buscando alternativas legales y técnicas para salvaguardar los logros alcanzados. “Este es un ejemplo muy claro de una total falta de articulación entre dos entes que deberían estar del mismo lado de la mesa”, subraya Suárez​ de Freitas. La creación del ACR Velo de la Novia, y de todas las otras propuestas similares, depende ahora de una pronta revisión normativa. Para los expertos, el camino no es anular proyectos de conservación, sino corregir los vacíos y excesos legales creados por lineamientos que no tienen base firme. Solo así se podrá avanzar en un modelo de protección ambiental que combine sustento técnico, legitimidad legal y participación comunitaria.

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