[“Estamos ante el nacimiento de un escritor completo”].

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El último fin de semana se presentó en Iquitos el libro “La niña del azúcar” de Javi Velásquez. El encargado de la presentación fue el periodista Manuel Rosas Matos, quien dio detalles de la obra y dijo que la misma “se lee rápido y bien”. Hemos tenido acceso a una parte de dicha presentación y la compartimos con los lectores.

Al leer “La Niña del azúcar” de Javi Velásquez sentimos que recorremos cada uno de los escenarios. Desde los vericuetos del mercado Belén hasta las principales calles de Iquitos, embarcados en un vehículo policial que se desplaza desenfrenado. La calle Grau, la Avenida Quiñones y la carretera Iquitos – Nauta fluyen perfectamente como el serpentear del río Amazonas que acompaña a la narración como majestuoso testigo.

La descripción de la realidad está bastante bien hecha. Uno se encuentra con un manejo perfecto del suspenso. El lector está todo el tiempo a la expectativa de lo que va a ocurrir. El final, es un clavo que debe uno sacarse lo más rápido posible. Por eso se lee rápido y bien.

Los ambientes internos en donde se desarrollan las tramas están descritos tan bien que uno puede recorrerlos de principio a fin. La casa de la señora Socorro, la vidente de Belén, está más que narrada, filmada. Hasta hoy escucho el crujir de la puerta rozando con el suelo. Madera con madera. Las tablas se sienten arquearse con el peso del Dr. Gonzáles, el visitante. La mesa porosa de madera que recibió los brazos de dos culturas, la de Socorro y el Doctor, es igual a las cientos de mesas que vemos en Belén o en cualquier otro lugar en donde reina la pobreza.

Creo que desde el punto de vista literario o el manejo de la técnica, estamos ante el nacimiento de un escritor completo que puede envolver al lector a su apetencia. Que puede llevarlo al futuro, traerlo al presente, volcarlo al pasado sin más asperezas que la coma, el punto o el suspiro de un personaje. Ese manejo de los tiempos, debo decir, está pulcro. La narración en tercera persona se hace simple pero profunda y me parecen estupendos los laberintos de historias que parecen tan confusas en algunos momentos pero que en general van marcando el paso de tal forma que se siente como si una mano invisible condujera al lector.

Resulta sencillo ingresar en la profundidad mental de los protagonistas, paseando por sus temores y angustias. Pero, así como el adentrarse en el mundo interno de los personajes sintiendo junto a ellos las emociones más recalcitrantes es una tarea bien lograda, lo es también la descripción del ambiente externo. Uno consigue entrar y salir del mundo subjetivo de los protagonistas para luego entrar y salir al ambiente externo con una facilidad destacable. Esto es lo que le da madurez y peso a la narración.

Recurrir a lugares comunes como un partido de fútbol entre el CNI y Universitario de Deportes para ambientar un doble asesinato, cruel y horroroso, así como llevarnos a la portada del diario “La Región” para contextualizar el momento, sirve mucho para entrar en confianza con la narración y sentirnos parte de la historia.

El autor consigue por lo tanto hacer de sus lectores ávidos seguidores de un relato lleno de sorpresas, de entretelones que pueden avizorar varios finales o desenlaces. Somos seres embelesados recorriendo con la misma intensidad que el capitán Zamora toda la trama. De principio a fin. De tal forma que se puede concluir que es una obra que consigue completamente el escenario de suspenso que se propone.