Se fue el invierno
A las doce y 2 minutos del 20 de marzo se fue el invierno en este lado del hemisferio, nos despedimos hasta el próximo año con cierta congoja al menos para mí. Es una de las estaciones que más añoro. El frío permite sumergirse dentro de uno, es invernar en el escondrijo como los osos. Te acurrucas en tu guarida, mejor si tienes buenos libros y un proyecto de una nueva novela- troquelas a tu gusto. Es un período que brinda la oportunidad de lamerse las soledades. Gozar de esos momentos intensamente con una taza con té de escaramujo e hibisco, degustas de cada sorbo caliente de ese líquido rojo. O de un consomé casero, que delicia. Me encanta despertarme y, rápidamente, levantar la persiana y sentir ese viento helado que te sacude hasta estornudar, es invierno y hay que disfrutarlo. Me fastidia que la gente se queje de esta estación, que sí hay pocas lluvias, que si poca nieve, que venga ya el sol. Son unos quejicas. No saben vivir el invierno si no se quejan. Suelo obviar esos comentarios por banales porqué no respetan los ciclos de la naturaleza. Las calles muy temprano están vacías apenas se camina por ellas y tomo una fotografía, unos señores de traje verde fosforescente limpian las calles, unos son extranjeros y otros no, intentan borrar un graffiti que dice: ¡Banqueros ladrones! Por la tarde suelo caminar por El Retiro y los árboles robustos lucen desnudos, sin hojas, clic, clic. Me quedo contemplando sus tallos, sus ramas peladas. La noche es más larga y por estos días, al final de esta estación, se madruga con más luz. Este invierno lo he sentido muy corto, apenas unos días de frío, una pena. El aire polar le da una mística especial a esta estación – en Lima más que frío hace humedad. Aquí el frío seco te quiere partir los labios, pero eso es lo de menos. Es una oda al frío que se va y que vuelva cuando deba volver.