by Filiberto Cueva

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Miquias
Miquias

Miquias es un niño intrépido y alegre. Vive en la comunidad de Huilloc en el distrito de Ollantaytambo, Cusco. Habla quechua y castellano con una habilidad que sorprenden. Es capaz de jugar con ambos idiomas con la misma agilidad con la que corre un atleta.

Casi a mediados del 2014 tuve la oportunidad de alojarme en su casa, junto a sus padres y sus hermanos. Recuerdo con especial cariño que su madre le había recomendado que cuide de mí. Función que cumplió a carta cabal. Imagínense, un niño de 09 años cuidando de un joven 26.

Recuerdo con especial cariño que una noche junto a una red de voluntarios de la Embajada de Estados Unidos nos concentramos en la escuela de la comunidad para diseñar unos talleres que tenían como objetivo, promover el medio ambiente, los derechos del niño y la mujer. Sin embargo, ya se estaba haciendo de noche y Huilloc no cuenta con alumbrado público, cuando de pronto y ante mi sorpresa Miquias aparece entre los voluntarios con una linterna en manos para decirme: “Filiberto ya vamos a la casa”. En ese momento, mis ojos agarraron fuerza para no evocar lágrimas. Era un pequeño de 09 años cuidándome de los peligros que encierra la noche.

En los siguientes días, un potente equipo de voluntarios viajará nuevamente a Huilloc. Para co-organizar con la comunidad una serie de actividades a fin de promover el medio ambiente haciendo uso del arte, para lo que, les acompañará Angela Mirró, una creativa visual de la marca Ralph Lauren que viene desde New York para visitar la comunidad de Miquias. Mismo que de seguro, estará al pendiente de a quién brindarle sus cuidados y protección.

A Miquias quiero decirle que, aunque esté lejos, siempre lo recuerdo con especial cariño y aprecio. Que valoro mucho sus cuidados y las infusiones de muña que él y su madre preparaban por las noches para mí. Que de seguro algún día nos volveremos a ver, y que para cuando eso ocurra, yo espero poder comunicarme en quechua con la misma agilidad con la que él lo hace. Si bien está un poco difícil, haré mi mejor esfuerzo.

A la fecha, Miquias debe haber cumplido ya los 11 años. Está camino a la adolescencia y pronto será un joven. Cruzo los dedos para que nuestro país lo acoja con las mismas oportunidades que a un joven de la ciudad y pueda desarrollarse en igualdad de oportunidad y que, la protección y ayuda que él me dio, se la dé ahora el Estado en cumplimiento de sus deberes y funciones.